GONZÁLEZ LAGIER-Emociones sin sentimentalismo
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Guillermo Lariguet
precio que pagamos por “la nada existencial”. Sin embargo,
ese precio que pagamos por nuestra angustia es, también,
condición existencial de posibilidad de aquello que resulta
más grandioso para el hombre como agente moral: elegir. Y
es en la elección que nos eleva del pecado original a una vida
nutrida por la luz de Dios, un “salto” que vale la pena pegar.
No estoy insinuando aquí que debamos “comprar” la teoría
religiosa de base de Vigilius Haufniensis, ni mucho menos.
Lo que estoy mostrando es que una emoción como la angustia
no orbita en la vacuidad, sino que es nuestra respuesta a un
mundo que cobra sentido con cada elección moral. Pasemos a
Sartre (2015) y a su estupendo Bosquejo de una teoría de las
emociones. El filósofo francés anticipa aquí lo que, Vendrell
Ferrán (ibídem, p. 220 y ss.), llamará las “teorías del sentir”
que tanto han influenciado a parte de la filosofía analítica
sobre las emociones. Aunque existen diversas versiones de
estas teorías, uno de sus aspectos nodales ha sido el de considerar
que las emociones tienen aspectos “afectivos”, más que
“racionales”. Pues bien, uno de los “precios” que para Sartre
se paga con las emociones es que éstas suelen emerger allí
donde el sujeto experimenta una tensión entre su subjetividad
y el mundo tal como se le aparece. Por ejemplo, en un caso
que luego será estudiado por Jon Elster (uno de los autores
favoritos de Daniel) en su Alquimias de la mente, Sartre parte
de una fábula, supuestamente atribuible a Esopo, con el fin
de tornarla en lo que los analíticos denominamos un experimento
mental. Este trata de un sujeto que quiere coger unas
uvas que, a la postre, resulta que no puede alcanzar. Es en esa
resistencia frustrante del mundo que el sujeto experimenta una
—supuesta— transformación de su objeto (las uvas), mediante
cambios emocionales (el enojo), y manifestaciones corporales,
para terminar, atribuyendo a ese objeto cualidades distintas:
16