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El gran h<br />
Erik Urano<br />
Erik Urano/Flat Erik es, sin lugar a dudas, uno de los raperos más<br />
particulares y avanzados de nuestro país. Lleva años demostrándolo,<br />
pero sus dos últimos movimientos –el epé Balaclava (18) y<br />
Neovalladolor (Sonido Muchacho, 20)– suponen un paso adelante<br />
abrumador para el rap facturado aquí. Con la vista puesta en el Reino<br />
Unido, la electrónica, la ciencia ficción y, al mismo tiempo, en la realidad<br />
social que le envuelve, el vallisoletano charla con nosotros para<br />
descubrirnos las claves de su universo distópico y sci-fi.<br />
—texto Joan S. Luna<br />
—fotografía Juan Carlos Quindos<br />
"Cualquier<br />
distopía de<br />
ciencia ficción,<br />
pese a que no<br />
tenga implícita<br />
un panfleto<br />
ideológico<br />
reivindicativo,<br />
hace una crítica<br />
de las cosas que<br />
están mal en el<br />
presente"<br />
Llamo a Erik sobre las seis de<br />
la tarde. Ha salido del trabajo y espera<br />
mi llamada en un bar del centro<br />
de Valladolid. El murmullo de las<br />
charlas que le rodean no impide que<br />
su voz suena calmada y que converse<br />
con suma educación. Suena extraño<br />
tratándose de un rapero, pero<br />
es que Erik Urano, o Flat Erik si lo preferimos, no es un<br />
músico corriente que encaje en los tópicos. No lo ha hecho<br />
desde que formase parte años atrás del colectivo Urano<br />
Players junto a luminarias como Zar1, Miguel Grimaldo,<br />
Edu Omega, akaQvmore y Dj Porre. Pero escuchando<br />
las canciones de discos posteriores como Energía libre<br />
(11), Cosmonáutica (14) o el que publica ya mismo, Neovalladolor,<br />
uno se lo imagina sumergido en una burbuja<br />
fuera del espacio y del tiempo, en un universo de ciencia<br />
ficción apocalíptica y distópica que quizás tenga más que<br />
ver con su ciudad natal de lo que imaginamos. Una ciudad<br />
en la que los hombres luchan por su dignidad. Un presente<br />
asfixiante, un futuro extenuante. La de, cuentan, uno de<br />
los focos principales de la España más conservadora y la<br />
de un escenario distópico que haría las delicias de Philip<br />
K. Dick, Katsuhiro Otomo o Andrei Tarkovski vía Stanislaw<br />
Lem o los hermanos Strugatski. “Creo que tiene ya<br />
más de cliché que se ha perpetuado que otra cosa, de algo<br />
que se va arrastrando. No creo que tampoco tenga una<br />
base más sólida que otras ciudades en cuanto a derechas”.<br />
Y prosigue. “Lo que pueda tener de asfixiante Valladolid<br />
no es tanto por lo ideológico, sino en otros planos. Aquí<br />
el trabajo suele orientarse hacia grandes fábricas como<br />
Michelin, Fasa Renault y cosas así. Y a día de hoy, pues no<br />
deja de ser hostil en distintos aspectos, desde el clima a<br />
que la gente es un poco más fría o distante que en otros<br />
lugares”. De esa frialdad, de esa hostilidad, es de las que<br />
Urano extrae la materia prima para estructurar el discurso<br />
lírico de su propuesta. Una propuesta de transfondo<br />
distópico en el que su amor por el grime, el rap avanzado,<br />
la electrónica, la ciencia-ficción crean un entramado complejo<br />
y abstracto que ha acabado caracterizando los movimientos<br />
de Urano durante los últimos cinco años. Un pulso entre el hoy y el<br />
mañana. “Cualquier distopía de ciencia ficción, pese a que no tenga<br />
implícita un panfleto ideológico reivindicativo, por el mero hecho de<br />
plasmar el futuro de esa manera, hace una crítica de las cosas que<br />
están mal en el presente. Hablas de un futuro en el que se lleva al extremo<br />
lo que está mal de lo que estás viviendo. Te sitúas en un futuro<br />
cercano que te sirve para proyectar tu contexto y ahí es cuando surge<br />
un sentido reivindicativo. Al final muestras toda esa movida no<br />
amable u hostil de Valladolid”. El fondo, en este caso, importa, pero<br />
sobre todo es la forma lo que ha caracterizado el devenir artístico<br />
de Urano hasta convertirlo en un artista incomparable. Un rapero<br />
de mensaje críptico y complejo que requiere escuchas –eso ténganlo<br />
claro–, pero cuyo disfrute crece conforme desciframos claves y nos<br />
empapamos de referencias. “Tiene que ver con mi propia inquietud<br />
creativa. Incluso a la hora de escuchar, leer o disfrutar de cosas, me<br />
gusta que haya cosas que desencriptar. Al final no dejamos de hacer<br />
lo que nos gusta escuchar o ver. A mí siempre me ha gustado ese<br />
concepto de que las cosas no se destapen a la primera escucha. Al<br />
final lo que quiero decir es que no me gusta la policía y lo digo de<br />
forma enrevesada porque es como me expreso creativamente. Yo lo<br />
veo así, aunque algunas veces me paso (risas). Pero esa es la gracia. A<br />
la gente a la que le gusta lo que hago es porque en el fondo es lo que<br />
busca, que no sea directo y evidente”.<br />
Esa forma de escribir permite a Urano imaginarse un Valladolid<br />
–en este caso Neovalladolor– inspirado directamente en el Neo-<br />
Tokio del referencial manga y anime Akira, de Katsuhiro Otomo.<br />
“‘Valladolor’ es un concepto que hace mucho tiempo que uso, y este<br />
disco además de ser una especie de oda a mi ciudad, lo veo como un<br />
desbloqueo en el género, como un pasito más allá en lo que es mi<br />
carrera. Y además es una referencia directa a otra de mis influencias,<br />
que es Akira y la idea de Neo-Tokio. Desde que vi la película de pequeño,<br />
siempre me llamó la atención. Una explosión, la tercera guerra<br />
mundial y un agujero que queda, sobre esas cenizas, y que es sobre<br />
el que se levanta Neo-Tokio de nuevo. Yo he querido metaforizar con<br />
eso usando el concepto que ya usaba, pero meter ahí esa explosión<br />
y esa destrucción que me ayuda a regenerar todo de nuevo y crear<br />
Neovalladolor”.<br />
#22 marzo <strong>2020</strong> mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro