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33/Mondo<br />
VINILOS<br />
Sunday<br />
Service<br />
Choir/<br />
Kanye West<br />
Jesus Is Born<br />
INC<br />
Polock<br />
Romance<br />
Faster Love<br />
Parker y la música de baile<br />
Tame Impala<br />
The Slow Rush<br />
Caroline /Music As Usual<br />
POP / Cinco años han pasado ya desde que<br />
Kevin Parker sorprendiera al mundo con su<br />
predecesor Currents (15), un disco que, si<br />
bien nos dejó un tanto aturdidos a los que<br />
esperábamos encontrar el vellocino de oro<br />
del rock psicodélico, ha terminado por situarse<br />
como uno de los trabajos más importantes<br />
de la década que acabamos de dejar atrás.<br />
Visto en retrospectiva, parece mentira que<br />
en algún momento llegásemos a considerar a<br />
Parker como la gran esperanza de la música<br />
de guitarras. Claramente sus planes iban en<br />
otra dirección. Adorado por gigantes como<br />
Kanye West, Lady Gaga, Rihanna, Travis Scott<br />
o Kali Uchis, se ha convertido en algo parecido<br />
al “productor de moda”; el hombre con el<br />
que todo el mundo quiere colaborar, llámese<br />
Alex Turner o Dua Lipa. Las expectativas<br />
estaban pues muy altas y la primera pregunta<br />
que surge tras escuchar este The Slow Rush<br />
es clara: “¿ha merecido la pena la espera?”.<br />
La respuesta es rotundamente afirmativa.<br />
En estos cincuenta y siete nuevos minutos<br />
los horizontes se expanden en todas las direcciones<br />
posibles. El disco se abre con un<br />
golpe electrónico magistral: One More Year,<br />
una cacofonía de baterías sincopadas con un<br />
tono confesional de incitación al viaje, físico<br />
8<br />
y mental. Continua con Instant Destiny, una<br />
densa espiral de sintetizadores que funciona<br />
como un bucle en el que sumergirnos antes<br />
del primer gran single del disco: Borderline,<br />
temazo que llevamos escuchando desde el<br />
pasado verano (aquí acortado) y que muestra<br />
claramente la intencionalidad última de Parker:<br />
acercarse a la música de baile en todas<br />
sus acepciones. Así, nos ofrece cortes como<br />
Posthumous Forgiveness, que transita por si<br />
sola todo el camino que recorrieron Yes entre<br />
1968 y 1981; Breather Deeper, con su beat discotequero;<br />
Tomorrow’s Dust, el tema en que<br />
más se acerca a las cadencias de sus primeros<br />
trabajos; On Track, la más sosegada del lote;<br />
Lost In Yesterday, otro de los momentos álgidos;<br />
It’s True, que se adentra en el terreno del<br />
boogie espacial; It Might Be Time parece una<br />
mutación carnosa del soft-rock setentero con<br />
un teclado que bebe directamente de Supertramp.<br />
Por su parte, la brevísima “Glimmer” es<br />
prácticamente house de Chicago en la senda<br />
de Larry Heard o Frankie Knuckles mientras<br />
One More Hour cierra el disco como un auténtico<br />
baladón; rock clásico entendido de la forma<br />
más épica y progresiva posible, violines<br />
incluidos. Con estas doce nuevas canciones<br />
Parker vuelve a redefinir los márgenes del<br />
sonido psicodélico, explotando aún más su<br />
gusto por las melodías pop. A lo largo de todo<br />
el disco resuenan ecos familiares de artistas<br />
realmente masivos (Pink Floyd, Fleetwood<br />
Mac), pero lo hacen ocultos bajo una serie de<br />
texturas y ritmos profundamente contemporáneos<br />
que escapan a la lógica del revivalismo<br />
inocuo. —tomás crespo<br />
GÓSPEL / El Sunday Service<br />
Choir, el coro que<br />
8<br />
acompaña a Kanye West en sus<br />
revolucionarios Sunday Service,<br />
ha completado el trabajo que empezó<br />
con Jesus Is King en este<br />
Jesus Is Born (19). Esta segunda<br />
muestra de actualización de la<br />
tradición musical gospel, se centra<br />
en la parte vocal y deja a un<br />
lado el hip-hop. Count Your Blessings<br />
o Sweet Grace son muestras<br />
del repertorio tradicional<br />
gospel, mientras que las versiones<br />
de Ultralight Beam o Father<br />
Stretch (My Hands), evidencian<br />
la influencia de Kanye West en<br />
el proyecto y la del gospel en<br />
los últimos trabajos de West. No<br />
sabemos cuánto durará su giro<br />
cristiano –el de Bob Dylan duró<br />
tres álbumes–, pero, de momento,<br />
ha conseguido dos larga duración<br />
de una gran factura, que<br />
suenan maravillosamente bien.<br />
—luis m. maínez<br />
Wire<br />
Mind Hive<br />
Pinkflag<br />
Records<br />
ROCK / A la hora de evaluar<br />
el nuevo álbum de<br />
8<br />
iconos post-punk como Wire, lo<br />
primero que me viene a la mente<br />
es el razonamiento empleado<br />
por Alexis Petridis, periodista<br />
de The Guardian, en su crítica<br />
de Mind Hive: si en vez de Wire,<br />
este fuera el primer disco de<br />
una nueva formación neo postpunk,<br />
estaríamos hablando de<br />
hype incontestable. Pero claro,<br />
tras más de cuatro décadas de<br />
trayectoria, la banda liderada<br />
por Colin Newman no deja de ser<br />
contemplada como la típica que<br />
tira de fondo de armario para<br />
recuperar la llama de antaño. Dichas<br />
palabras se derrumban por<br />
sí solas cuando la savia nueva<br />
es mucho más que un espejismo.<br />
Hitos como Oklahoma u Off The<br />
Beach demuestran que son un<br />
grupo que ha sabido reciclar su<br />
pasado en refrescante presente.<br />
—marcos gendre<br />
POP / Las diez canciones<br />
7<br />
del cuarto álbum de los<br />
valencianos invitan a romper<br />
una buena lanza en su favor: han<br />
crecido hasta rebasar la siempre<br />
peliaguda barrera de los treinta,<br />
se han pasado al castellano, se<br />
han autoeditado y cada vez se<br />
parecen menos a nadie más que<br />
a ellos mismos. Lejos quedan<br />
ya los tiempos en que parecían<br />
una franquicia hispana de The<br />
Strokes –primero– o de Phoenix<br />
–un poco después–, lejos queda<br />
también su paso por Mushroom<br />
Pillow o por Sony. Aquí ya no hay<br />
coartadas, solo ellos mismos en<br />
un puñado de composiciones que<br />
desvelan textos desenfadados y<br />
sin pretensiones, y melodías de<br />
pop sintético estupendamente<br />
producidas (de nuevo con Fernando<br />
Boix a los controles), sostenidas<br />
sobre sintetizadores livianos,<br />
que se adhieren a la sesera.<br />
—carlos pérez de ziriza<br />
Dan Deacon<br />
Mystic<br />
Familiar<br />
Domino/<br />
Music As<br />
Usual<br />
ELECTRÓNICA<br />
8<br />
/ El sexto<br />
trabajo del geniecillo del<br />
pop electrónico con sede en Baltimore<br />
despliega todas las armas<br />
sonoras que le han puesto en<br />
primera fila: un caleidoscópico<br />
viaje de alucinaciones psicodélicas.<br />
Compuesto en los huecos<br />
que le han dejado los constantes<br />
encargos de bandas sonoras y<br />
con un ojo puesto en el libro de<br />
estilo de Brian Eno y otro en el<br />
de Animal Collective, la música<br />
de Deacon no puede ni quiere<br />
liberarse de su habitual cualidad<br />
cinemática, muy presente a lo largo<br />
de todo el viaje, pero se hace<br />
deliberadamente más emocional.<br />
Sat By A Tree suena como si The<br />
Flaming Lips se hubieran hecho<br />
un lifting para rejuvenecer veinticinco<br />
años. Las cuatro partes de<br />
Arp funcionan de principio a fin,<br />
mientras que Fell Into The Ocean<br />
y My Friend recuperan al Deacon<br />
más juguetón y pop. —jc peña<br />
mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro<br />
marzo <strong>2020</strong> #33