Suplemento Revista Pesca julio 2020
Este suplemento condensa las tres ediciones de la Revista Pesca referidas a gobernanza, formalización y política pesquera en tiempos electorales. Presenta también una imagen del bicentenario de la independencia del Peru.
Este suplemento condensa las tres ediciones de la Revista Pesca referidas a gobernanza, formalización y política pesquera en tiempos electorales. Presenta también una imagen del bicentenario de la independencia del Peru.
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BICENTENARIO REPUBLICANO:
DOLOR, RESILIENCIA Y ESPERANZA
La historia es una pesadilla de la que estamos intentando
despertar” es una de las potentes sentencias de James
Joyce que puede ayudarnos a poner en perspectiva la
discusión en torno a nuestro bicentenario. El que, desafortunadamente,
estará marcado por un evento inédito.
Una pandemia mundial que ha paralizado el planeta
mostrando nuestras enormes carencias, así como también
la terca apuesta por la vida que ha marcado la historia
del Perú. La pregunta que ronda en la mente de
muchos es: ¿quién está de ánimo para celebrar en medio
DIFERENCIAS de una emergencia sanitaria ENTRE los doscientos ATN Y años BONITO de una
república agrietada que hace agua por todos lados? Considerando
nuestro sistema de salud, a punto de colapsar,
y una pobreza que avergüenza, ¿somos realmente treinta
millones de hombres y mujeres libres? ¿Gozamos todos
de la “dignidad republicana” a la que se refirió alguna
vez Faustino Sánchez Carrión? Una buena manera de
abordar esta “conmemoración” marcada por la tragedia
es regresar al hito fundante: un mundo plagado de conflictos
y problemas, algunos de ellos, paradójicamente,
similares a los que estamos viviendo en la actualidad.
Un retorno a los orígenes de la república permite analizar
sus desafíos, sus limitaciones y la promesa de bienestar
y felicidad que, luego de una guerra a sangre y fuego,
fue celebrada con causa, pisco y música a lo largo y ancho
del Perú. Porque María Parado de Bellido, los
“patrianos” guerrilleros de la sierra central o el valiente
chorrillano José Olaya tenían en su mente un sueño. Una
suerte de horizonte esperanzador que dista de esta enorme
desigualdad y frágil institucionalidad que nos interpela
diariamente porque atenta contra la democracia, base
fundamental de la república moderna que nos merecemos.
En 1821, el general San Martín no solo debió enfrentar al
ejército del rey sino a una terrible epidemia que diezmó
a los soldados que cruzaron los Andes para liberar primero
a Chile y luego al Virreinato del Perú. El batallón
cuatro de Chile desembarcó con 700 plazas y quedó reducido
a cuatro efectivos. Los valerosos Granaderos a
Caballo y Cazadores murieron por centenares, incluida su
oficialidad. ¿Qué enfermedad atacó a los miembros de la
expedición libertadora en vísperas de declarada la independencia
en la capital del poderoso virreinato? El general
Tomás Guido la denominó una “terciana y disentería”,
de la cual ni San Martín logró escapar. Luego de solicitarle
ayuda en dinero y medicinas a Bernardo O’Higgins,
el libertador le confesó: “Mi salud está sumamente abatida.
Antes de ayer me levanté después de siete días de
cama”. La epidemia perturbó de tal modo al recio militar
que escribió: “Estoy loco, créame usted de buena fe que
algunas veces me encuentro desesperado y he estado
pronto de ir a atacar al enemigo y aventurar la suerte en
una acción decisiva para salir cuanto antes de este infierno...”.
La adversidad que rodeó el evento histórico cuyo bicentenario
estamos a punto de celebrar fue enfrentada valerosamente
por médicos de la talla del afroperuano José
Valdez. A punta de quinina, cremor tártaro e incluso
agua de mar, Valdez luchó junto con Diego Paroissien y
Guillermo Giraldino contra una peste que fue cediendo
unos meses antes de la ceremonia del 28 de julio de
1821 en Lima. Si uno ve el colorido cuadro pintado por
Daniel Lepiani no es posible imaginar que la fanfarria
limeña fuera precedida de tanto dolor, desesperación e
incluso mortandad, tal como ha ocurrido a lo largo de
nuestra afligida historia republicana. Luego de la proclamación
vino la instauración del Protectorado, la lucha
entre republicanos y monarquistas, la expulsión del poderoso
ministro Bernardo Monteagudo, la renuncia de
San Martín, la instalación del Primer Congreso Constituyente,
la llegada de Bolívar y el triunfo en Ayacucho el 9
de diciembre de 1824.
Si uno analiza la historia republicana en el largo plazo
existen momentos durísimos, como la ocupación de Lima
y de la franja costera peruana luego de la derrota frente
a Chile, o el ataque brutal de Sendero Luminoso contra
el Estado y sus ciudadanos, del cual nos recuperamos a
punta de trabajo, esperanza y voluntad. Momentos de
reivindicación y orgullo, como la abolición de la esclavitud
y el tributo indígena en la Revolución Liberal de 1854
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