Catálogo La Bienal en Resistencia 2019
Catálogo La Bienal en Resistencia edición 2019
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o privado, las voces silenciadas y llegar a casa, no parecen ser ni precisamente
públicas, tampoco privadas, en este sentido quizás no se dan en el
espacio. Esto es, no responden completamente al ordenamiento de las relaciones
que definen espacios y tiempos. Tal vez por eso las voces aparecen
como escondidas en una gramática permitida, quizás por eso la
dificultad de Alejandra Garavito por caminar entre ciudades que se han determinado
como incaminable. Estas acciones llevan el arte caminando por
donde no se puede caminar, diciendo lo que no siempre se ha podido decir,
a no-estar-entre las definiciones de lo público, lo privado, hay en ellas
algo que se fuga del espacio.
Esto es de lo que me parece valioso de algunos trabajos de la Bienal en resistencia,
como intencionalmente o inconscientemente van escapándose
de los órdenes en movimientos que no solo resisten, soportan, aguantan,
repelen, se oponen. Encuentran también otras formas de seguir con el problema,
como escribe Donna Haraway, pero no-entre, como Fred Moten escribe
de las estéticas negras. No están-no-entre las practicas convencionales
de arte, ni las comprensiones instruccionales del espacio. Se fugan
haciendo sus modos de hacer desordenando, relaciones comunes de tiempos
y espacios, como escribe Amílcar Dávila, comunando, las relaciones de
hacer-con artes, historias, vidas. Como con las que trabaja Alejandra Garavito,
caminando el espacio que dejan los cuerpos, entre cuerpos, por 35
km, completando el viaje violentamente interrumpido de su Abuela. Alejandra
escribió que este trabajo invita a “revisar el vínculo entre un cuerpo que
nombro mío, en una tierra que luchamos porque sea de todxs”. Lo que parece
también una invitación a cuestionar la manera de habitar en-desde-como
cuerpos y carnes desde la propiedad. La contradicción de un territorio
común pero privado. Posesión, privado o público tampoco parecen ser palabras
que nos acerquen siempre a nuestras experiencias de las carnes en
los cuerpos. Una intimidad más densa que las categorías parece mostrarse
en el viaje de Alejandra. Intimidad de una herida compartida, ofrecida en los
registros de su andar que escapa de los caminos. Estas son solo dos de las
acciones de esta Bienal que desbordan no solo el espacio artístico, también
las calles, las órdenes, los cuerpos. Muestra de que muchos movimientos
eticoesteticos, hacen(mos) refugios comunes en los que convivimos.
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