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Edición No. 4 Revista Oopart: Terror

Editorial redactada el 17 de enero de 2021 El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores. Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas. Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

Editorial redactada el 17 de enero de 2021

El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores.
Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas.
Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

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17<br />

“Cuando tenía doce años me decía: algún día<br />

seré grande, fumaré y me pasaré las noches<br />

en un escritorio, escribiendo. Ahora soy ya un<br />

hombre, estoy fumando, sentado en mi escritorio,<br />

escribiendo, y me digo: cuando tenía doce años era<br />

un perfecto imbécil.”<br />

Julio Ramón Ribeyro<br />

Todos “los acontecimientos que aquí se narran son<br />

reales.” Algunos “personajes son imaginarios.”<br />

Jorge Ibargüengoitia<br />

Un arquitecto arqueólogo, cuenta Miguel de<br />

Unamuno, pretendía derribar una basílica del siglo<br />

X y no restaurarla, sino que, en realidad, buscaba<br />

hacerla de nuevo como, según él, debió haber sido<br />

hecha y no como se hizo teniendo en cuenta un<br />

plano que pretendía haber encontrado. “¿Plano?”,<br />

se pregunta Unamuno y añade: el arquitecto<br />

“desconocía que las basílicas se han hecho a sí<br />

mismas saltando por encima de los planos, llevando<br />

las manos de los edificadores” 1 porque, para el<br />

escritor y pensador español, así como sucede con<br />

la novela, la epopeya o el drama, aunque exista un<br />

plano para desarrollar -esa basílica, esa novela,<br />

esa epopeya y ese drama- las creaciones siempre<br />

se imponen al que, se supone, es su autor. Así se<br />

impuso Augusto Pérez a su Miguel de Unamuno, así<br />

tanto Luzbel como Satanás se revelaron a su creador,<br />

así Adán y Eva desobedecieron a su padre y así,<br />

tan edípico y freudiano como se ha hecho el tema,<br />

termina cualquiera, en la línea natural de las cosas,<br />

buscando la forma de acabar con su padre. Tema<br />

de odio constante, de insultos, de desprecio carnal,<br />

de alcohol, de abandono, de pobreza, de soledad;<br />

acabar con el padre resulta no solo una metáfora de<br />

la aparición de la madurez o el abandono de la casa<br />

1 Unas palabras más –además del prólogo y el otro prólogo, de Unamuno para celebrar su<br />

Niebla.<br />

paterna sino, en plena virtud, de venganza en donde,<br />

en la noche previa a la consumación, no deberían<br />

sobrar los cuchillos ni las balas para saldar, al fin, la<br />

deuda.<br />

Sin embargo, en este mito (en la declarada<br />

violencia que le conocemos desde la fuerza del<br />

destino de la tragedia griega en donde, aun cuando<br />

se conocen los malos presagios y se actúa conforme<br />

a la evasión de la desgracia, la vida no hace otra cosa<br />

que no sea seguir su camino original) la vuelta de<br />

tuerca no se encuentra únicamente en el golpe final<br />

–en el puñal hendido- sino en la comprensión y, en<br />

plena razón, en la comprensiva violencia que debe<br />

permitir que el hijo emprenda su propia búsqueda,<br />

que debe y tiene que obligarlo -vástago perdidoa<br />

implantarse agallas, a sacar de las lágrimas un<br />

desprecio en la mirada y, fundamentalmente, a<br />

armarse de fortaleza para hacer de sí mismo alguien<br />

mejor, alguien en plenitud valioso y superior al hijo<br />

de perra que nos toca por padre y se empeña, por<br />

todos los caminos, en hacer que seamos su viva<br />

voluntad o no seamos nada.<br />

Así, en una presentación en un penal de San<br />

Quintín, The man in black, Johnny Cash, interpretó<br />

con genuina audacia este tema tan infravalorado<br />

y, en esencia, tergiversado en nuestros tiempos: el<br />

necesario desdén del padre:<br />

Mi padre se fue cuando yo tenía tres años / y no nos<br />

dejó casi nada a mamá y a mí.<br />

Apenas esta vieja guitarra y una botella vacía / pero en<br />

verdad, no lo culpo por largarse y no aparecer jamás.<br />

Lo peor que hizo, en realidad / fue que, antes de<br />

irse, agarró y me llamó ‘Sue’. <strong>No</strong> sé, debió de pensar

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