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Edición No. 4 Revista Oopart: Terror

Editorial redactada el 17 de enero de 2021 El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores. Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas. Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

Editorial redactada el 17 de enero de 2021

El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores.
Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas.
Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

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24<br />

¿Qué es mi sonrisa? ¿Qué es mi sonrisa? Si es lo<br />

que más odio, lo más aberrante de mi ser. ¿Acaso<br />

no está suficientemente claro lo repugnante que son<br />

los pliegues sobre la cara; las arrugas en torno a la<br />

frente y a las comisuras de los labios? Esa expresión<br />

condescendiente y ansiosa que permite el acceso<br />

a los dientes del peligroso simio, además de una<br />

excitación poco confiable. Me siento tan expuesto<br />

en presencia de los demás, tan vulnerable. Odio<br />

sonrojarme, sentir el sudor emanando de los poros,<br />

la frente resbalosa y la espalda empapada de<br />

vergüenza.<br />

“Hay asuntos más importantes que la imagen que<br />

proyectamos o su correspondiente recepción” decía<br />

un idiota en el transporte público mientras hablaba<br />

con una hermosa joven; podía ver su erección a través<br />

del pantalón, pero lo que más me molestaba era<br />

que la joven y dulce mujer asentía sonrojada, cual si<br />

estuviera ebria. ¡Maldita sea! Todos son tan idiotas,<br />

todos. Sentía unas ganas incontenibles de dirigirme<br />

hacía la pareja y gritar y lanzar puños e increpar y<br />

ante todo quería que mi ira fuera creciendo, sentir las<br />

venas a punto de estallar y quería sentir los músculos<br />

tensos, la quijada dura y apretada y…<br />

¡Absolutamente nada! Sólo oscuridad. Mis manos<br />

temblaban y mi corazón estaba exaltado. ¿Por qué?<br />

¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Quién está ahí?!<br />

Nada ocurrió aquel día, todos los nervios y dudas<br />

fueron disipados porque nunca pasó nada, no sé qué<br />

estaba anticipando, pero todo continuaba su ritmo<br />

habitual. <strong>No</strong> obstante, el entrar a mi casa me resultaba<br />

incomodo cuando estaba absorto en lo solitario que<br />

me encontraba allí, sin nadie ni nada, salvo mi cama y<br />

otras tantas posesiones insignificantes e inertes.<br />

El trabajo es tan extenuante: moderar tus formas<br />

para mantener la fachada, escuchar y asentir con<br />

desidia, sentirte un bicho raro por las miradas que<br />

te lanzan grupos de gentes cuyas estupideces y<br />

risotadas escuchas a la distancia. A veces, me sentía<br />

tan agobiado que sin darme cuenta estaba hablando<br />

solo; aquellas personas que se toman la molestia de<br />

entablar conversaciones conmigo me lo hicieron<br />

saber: “¿Estás bien? Te vi refutar y gesticular solo”<br />

“¿Don bipolar, cómo se encuentra el día de hoy?”.<br />

Ante semejantes increpaciones, de la manera más<br />

prudente que pude, hasta donde la incomodidad y las<br />

ganas de llorar de la pena me dejaron, sólo me quedé<br />

en silencio.<br />

Llegué a la casa, un poco más tranquilo, pero debo<br />

admitir que tenía un terrible dolor de espalda, me<br />

recosté y sin advertirlo me dormí. Al despertar la<br />

habitación estaba tan oscura que sentí mi corazón<br />

agitado, puesto que me supe una presa fácil por<br />

alguna extraña razón. Me puse de pie, encendí la luz<br />

y no hubo nada, absolutamente nada, tanto silencio<br />

me pareció aún más amenazante. Abrí la puerta<br />

con cuidado ya que presentía que iba a encontrar<br />

a un desconocido en el umbral. Empero, ¡Nada!<br />

Comencé a leer, me cuesta admitir o explicar por<br />

qué, me llena de vergüenza exponer la razón de esta<br />

actividad, basta con decir que mi ira se ha salido de<br />

las manos. La lectura es muy entretenida cuando hay<br />

ruido y deseo apartarme, en cambio es una completa<br />

tortura en plena soledad y silencio. Siento que he<br />

ampliado mi vocabulario, pero también siento que<br />

no he mejorado y por el contrario, las gentes y las<br />

costumbres me parecen abusivas y excesivamente<br />

violentas. Un día en el metro cruzamos mirada

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