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Edición No. 4 Revista Oopart: Terror

Editorial redactada el 17 de enero de 2021 El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores. Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas. Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

Editorial redactada el 17 de enero de 2021

El año 2020 estuvo repleto de eventos escalofriantes que nos lanzaron casi a la extinción de la humanidad. Fue terrorífico, especialmente en sus últimos dos meses y, aún hoy nos sigue sorprendiendo. Con esto me refiero a uno de los hechos más inverosímiles a los que nos enfrentamos: la tragedia de los lectores.
Si bien tras el mes de octubre del año pasado, específicamente tras la publicación de la edición Terror de una revista digital, Oopart o algo así, conocimos historias de personas que experimentaron la presencia de voces extrañas en su habitación durante la lectura y que con el pasar de las páginas se acompañaba de una extraña incomodidad, sentirse observados y ser testigos de apariciones inexplicables en sus pantallas. Sin embargo, nada de eso se compara a lo que vino las noches siguientes y nadie habría imaginado cómo esto transformaría sus vidas.
Con seguridad el tiempo nos permitirá seguir conociendo más detalles de este extraño fenómeno, solo nos queda desear que ojalá alguien les hubiera advertido sobre leer esas líneas con más prudencia.

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33<br />

Miradas intranquilas van de un lado al otro. Algunos se levantan. Todos se preguntan por qué<br />

la súbita parada. Parece que hay alguien afuera, quizás un atropellado. Una voz le grita desde<br />

abajo al chofer. Éste suelta el volante, asustado, y levanta las manos. Aborda una pistola. Luego<br />

el brazo que la detiene. Cuando se acerca a la luz rosa, se ve un sujeto calvo, con un paliacate de<br />

calavera cubriéndole la boca. Grita que más les vale que se callen y no lo miren a los ojos; que<br />

le den carteras, celulares y todo lo que traigan. De atrás del autobús se oye otro grito. El chavo se<br />

levanta de nuevo; también está armado. El embozado vocifera que los de atrás se mueren o que<br />

le pasan sus pertenencias al chavo. Él estuvo todo el viaje esperando a su amigo para empezar<br />

a apuntar y a maldecir. Uno a uno, con las cabezas gachas, muy callados, sacamos los pesos que<br />

tanto nos costó ganar y los celulares.<br />

—<strong>No</strong> mames. Son muy poquitos. <strong>No</strong> vamos a sacar ni madres —dice el chavo.<br />

—Ahorita vas a ver que sí vale la pena. —contesta el de la calavera mientras levanta la pistola<br />

amenazante. Ojos desorbitados son los de una bestia. Coge a la niña del pelo.<br />

—Voy yo primero en lo que les echas un ojo a estos cabrones.<br />

El padre se aferra al uniforme de su hija tratando de protegerla. Sólo se gana un culatazo en la<br />

cara. Se lleva las manos a la frente que comienza a brillar por la sangre mientras cae al asiento,<br />

desmayado. El de la calavera baja con la niña. Los frenos del camión no son tan horribles estos.<br />

Pasan de horribles a insoportables. Poco a poco apagan resignados y exhaustos.<br />

Tras el tintineo de un cinturón el calvo sube de nuevo.<br />

—Vas tú, wey.<br />

El chavo lo mira confundido. Sus ojos son los de una presa. El niño llora desde quién sabe<br />

cuándo. Mira entre avergonzado y temeroso a la madre quien también llora pero en silencio<br />

rezando porque no la vean.<br />

— ¿Te gusta esa?<br />

Le apunta. También la coge del pelo. Con mucho cuidado el chavo toma entre sus brazos<br />

al bebé. Se lo va a pasar al albañil cuando el padre salta de su asiento. Aprieta la mano en la<br />

que el malandro lleva la escuadra. El bebé cae al suelo. El albañil reacciona; aprovecha que el<br />

calvo apunta en la dirección del padre para encajarle un puñetazo. La calavera golpea el suelo<br />

antes de que el albañil se trepe sobre el ratero. El padre está encaramado en la espalda del<br />

joven maleante. Le muerde la oreja: nueva sangre corre por su rostro. El dolor lo hace aflojar el<br />

arma. El padre la toma. El gordo de adelante cae sobre el joven para que no se fugue. Suena un<br />

disparo. El albañil deja escapar una bala del arma que le logró arrebatar al calvo. Se asusta y la<br />

rata aprovecha para pelarse. El padre baja del microbús corriendo.

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