5to Encuentro de Investigadores de Arqueologia y Etnohistoria
por el Instituto de Cultura Puertorriquena
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emigrante es distinta (Vidal, 1987: 22-23). Aquí nos ocuparemos solamente de la emigración
permanente, que representa el traslado definitivo de un grupo hacia una zona que está
fuera de su territorio ancestral.
Entre los maipures la emigración permanente es un proceso que involucra tres fases:
a) la exploración preliminar, b) el traslado propiamente dicho y c) la progresiva ocupación
y adaptación al área receptora. La exploración preliminar generalmente es llevada a cabo
por grupos de hombres, y está destinada a explorar nuevas áreas potenciales, establecer
contactos con sus pobladores, seleccionar una de ellas y tramitar con sus ocupantes el
permiso correspondiente de asentamiento. Una vez obtenido este permiso, los exploradores
proceden a preparar los primeros cultivos y luego regresan a su lugar de procedencia.
Después del regreso, comienzan los preparativos para la emigración de todo el grupo.
Una vez en el lugar de destino, se producen otros procesos rituales y seculares. El
primero de ellos es la recreación o reorganización del grupo y la distribución de las unidades
sociales en la nueva tierra, mientras que el segundo es la transformación de la nueva tierra
en el lugar de los emigrantes. Durante el primero de estos procesos entra en vigencia el
culto del Napituli y el jefe del grupo asume ritualmente los poderes de este personaje
mítico para “recrear” a la gente y a las unidades de descendencia con su respectiva posición
jerárquica, y finalmente, procede a distribuirlos en la nueva tierra. A través de este proceso,
determinados sitios de las zonas receptoras adquieren un carácter sagrado, por haber sido
los lugares en donde líderes chamanes llevaron a cabo la transformación ritual de los jefes
de los patrilinajes emigrantes en los hermanos ancestrales, es decir, en los fundadores de
los sibs que integran una nueva fratria. En este contexto a estos últimos se les asigna: a) un
oficio o especialidad, b) una posición jerárquica dentro de la fratría, c) un símbolo totémico
y otras parafernalias rituales, así como d) un área específica dentro del nuevo territorio.
Es a través de este proceso ritual-secular que un grupo de emigrantes deja de ser lo que
era, para convertirse en una sociedad nueva y distinta de aquella de la cual se desprendió.
(Hill, 1983: 40-42; Vidal, 1987:137).
Una vez que el primer asentamiento ha sido establecido, se llevan a cabo otros ajustes
sociales, económicos y políticos, mientras que también se establecen procesos formales
con los vecinos, los cuales darán forma a su inserción e interacción con el nuevo ambiente
natural y social (Zucchi, 2002: 208-209).
Cuando una unidad social maipure toma la decisión de emigrar permanentemente hacia
algún lugar ubicado fuera de su territorio ancestral o tradicional, se produce un regreso
simbólico al comienzo del mundo, ya que tanto el jefe como el resto de los emigrantes
se transforman en el Kúwai y su tropa. En cambio, una vez en el lugar de destino entra en
vigencia el culto del creador, mediante el cual las cualidades y poderes chamánicos de este
personaje son transferidos al jefe del grupo, quien procede a “recrear” simbólicamente a
la gente y sus unidades de descendencia.
Una vez ocurrido lo anterior, mediante la construcción ritual de un nuevo modelo
cosmológico se produce la transformación de la nueva tierra en el territorio del grupo.
Diversos especialistas han señalado que los paisajes son el resultado de la acción humana
sobre ambientes naturales específicos a lo largo del tiempo (Schama, 1995: 10), mientras
que otros han enfatizado la importancia de los paisajes como una de las formas que existen
para encapsular y transmitir la memoria histórica entre sociedades ágrafas (Feld y Basso,
1997; Friedland y Boden, 1994; Santos Granero, 1998: Renard-Casevitz y Dolfus, 1988).
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