¡Convierta sus PDFs en revista en línea y aumente sus ingresos!
Optimice sus revistas en línea para SEO, use backlinks potentes y contenido multimedia para aumentar su visibilidad y ventas.
Arthur, el protagonista de “Joker”, es un
hombre que trabaja como payaso-anuncio,
que sufre de una enfermedad psicótica que
lo empuja, en contra de su voluntad, a reírse
a carcajadas (es terrible la angustia que
provoca esa risotada nerviosa y vacía) y que,
sin embargo, es incapaz de sonreír. De hecho,
cuando se pinta como payaso usa sus manos
para gesticular una sonrisa en su rostro,
resultando más macabra que divertida. No es
Arthur lo que uno pudiera esperar como un
villano al uso ni lo que a priori puedas intuir
que vaya a devenir en un Joker como aquellos
a los que estamos habituados en cine o comic.
De hecho, la relación que tiene la historia y el
personaje con el universo de los superhéroes
es totalmente circunstancial. Si en lugar de
haberse situado en la ciudad de Gotham y con
Batman de fondo, se hubiera desarrollado en
el Nueva York de finales de los 70 sin hombres
murciélagos por medio, todo encajaría
exactamente igual, de ahí sus comentados
(por lo evidente) paralelismos con el Travis
Bickle de “Taxi Driver”. El mundo DC aquí
es, efectivamente, totalmente prescindible. Si
acaso ha servido para no dotarle de esa pátina
de dramatismo realista y social, algo que a la
vista de las reacciones y lecturas de la cinta
no se ha conseguido, ya que ese trasfondo
de crítica social que su director Todd Phillips
pudiera haber apenas esbozado, termina
cobrando más relevancia de la que uno
hubiera deseado.
La primera parte de la película es el viaje a los
infiernos de ese pobre desgraciado obligado
a hacer reír, que sueña con ser comediante
cuando es incapaz de esbozar una sonrisa.
Joaquin Phoenix hace de la interpretación de
la desesperación una obra de arte, de las que
duelen, de las que son ásperas. Las grandes
obras de arte te son incómodas y esta, vive
dios, lo es. En una ambientación asfixiante de
un Gotham sucio, caótico… Arthur es el último
escalafón de una sociedad enferma. Apenas
subsiste con un trabajo miserable gestionado
por miserables con compañeros miserables
en un entorno completamente hostil. Con
una psique que se mantiene a duras penas al
borde del abismo, termina siendo apalizado no
sólo físicamente, sino emocionalmente.
Abandonado por los servicios sociales,
por la sociedad, engañado por su madre,
vilipendiado por Thomas Wayne… Arthur
va descendiendo poco a poco en ese pozo
oscuro que es la locura del mismo modo que
su cuerpo va retorciéndose como una rama
que se va secando, como si el dolor cada vez
fuera más intenso. Es ese dolor que le hace
retorcerse a modo de danza terrorífica, una
serie de bailes, un baile sordo y aterrador,
que Phoenix nos va regalando a medida que
avanza la película y que tiene su punto álgido
en la descomunal escena de las escaleras.
Pero sobre todo en los instantes que preceden
a su salida a escena en el programa de Tv,
cuando el baile deja de ser aterrador y es
ahora liberador. Grotesco pero liberador. La
locura le hace libre una vez ha tocado fondo
y ha descubierto que la violencia lo libera.
De hecho, cuando se da cuenta que hasta
su propia madre le ha engañado, matarla
significa librarse de cualquier tipo de arraigo
con la antigua realidad de dolor. Se libra del
apego, a partir de ahí ya nada le ata para dar
rienda suelta a su psique, no hay ninguna
obligación de mantener una cordura que no es
la suya. A partir de ahí la parte final que menos
me interesa, la menos creíble o más difícil
de encajar: hacer del Joker, este Joker, un
vengador justiciero que ejemplifique la revuelta
callejera en base a una injusticia social que le
aboca a la locura.
¿Es una obra maestra? ¿Es una película
de superhéroes y/o super villanos? ¿Una
critica social? ¿Una llamada a la revolución?
Honestamente creo que es una gran película
al servicio de un Joaquin Phoenix en estado
de gracia que sabe llevar a su personaje al
extremo que realmente pide. Una película
angustiosa, con una paleta cromática
exquisita acompañada además por una
banda sonora que termina de hilvanar ese
descenso a los infiernos de Arthur. Una banda
sonora que, junto a grandes canciones de
esos ficticios 70’s, se vehicula alrededor del
trabajo compositivo de la islandesa Hildur
Guðnadóttir compositora también de la
música de la inquietante “Chernobyl”, hasta tal
punto que la hizo solo habiendo leído el guion.
Su influencia además fue tal que Phillips
decidió reproducir las piezas en las escenas
en las que esta se habría de introducir mientras
Phoenix actuaba, con el objetivo de que el
actor se dejase llevar potenciando lo sombrío
de su interpretación. Como la escena del
baile frente al espejo, una improvisación que
consigue introducirte en ese vaivén emocional
que es la psique de un enfermo mental a punto
de explotar. Realmente sublime.
Por último, ¿hay que tomarse tan en serio esta
película? ¿Alguna película, en general? En
estos tiempos tan extraños en los que vivimos
en la sobreexplotación de la información y de
la opinión, de la dictadura de lo políticamente
correcto… pretender hacer creer que este
trabajo representa una llamada a la violencia, a
la rebelión… es totalmente absurdo. Hay cientos
de películas mucho más violentas y otras tantas
con mensajes mucho más subversivos. Hacer
paralelismos entre su ascensión al altar de
la revuelta como símbolo de no sé qué, tal
y como parece indicar Michael Moore me
parece, no solo absurdo, sino además una
irresponsabilidad. Dotar de ese sentido a una
película de DC es, como digo, absurdo.
En cualquier caso, como decía al principio, es
grande que a estas alturas se sigan haciendo
películas que nos golpeen de la forma que
“Joker” lo hace y consiga hacer este séptimo
arte, eso… un arte.
32