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LUIS GORDILLO<br />
Olores y perfumes, 1988<br />
Oleo sobre tela. 1 02 x 61 cm.<br />
Nunca he comprendido por qué la gama de los perfumes que hay en el mercado insiste repetidamente<br />
en la misma sensación: la de lo agradable. Lo agradable, lo placentero, lo lujoso, lo sedoso, lo<br />
embrujoso, lo orientaloso ... todo nos lleva a la noche de abandono y pasión, a los delirios y réveries<br />
de una adolescente en un internado de monjas.<br />
lmagínese por un momento que pasa que pasa un señor por su lado y huele intesamente a<br />
campo recién llovido; o que pasa una dama ya entrada en años y huele a césped recién cortado; o<br />
que pasa una joven, apenas abandonada la adolescencia, y deja un intenso rastro de olor a tinta, de<br />
la de los antiguos colegios. Hay ahí un campo extensísimo, casi infinito, de perfumes que proponer<br />
a fabricantes y comerciantes.<br />
Siempre he pensado que los perfumes al uso son cursis, repetitives, monótonos; cualquier mujer<br />
perfumada huele sólo ... a perfume. No hay corte, ni violencia, ni aventura. No hay una ruptura con<br />
la realidad por la que hundirse y enloquecer a la búsqueda de lo "otro". Y ¡es tan facil! Basta con<br />
oler la vida y envasaria.<br />
Me diran que debe distinguirse entre olores y perfumes. Yo propondría, no obstante, que igual<br />
que en la pintura, la literatura, etc. - gran parte de cuyo desarrollo histórico consiste en asimilar<br />
aspectos triviales y cotidianos y convertiries en hermosos- en el ambito de los perfumes se trataría<br />
de elevar los olores al rasgo de perfumes.<br />
No sólo tendríamos el olor a campo recién llovido o a hierba recién cortada o a tinta de antiguo<br />
colegio, sino que habría también el olor a serrería, a hojas de chopo corrompiéndose a orillas del<br />
río, a crustaceos, a ropa vieja celosamente guardada, a misa, a libro recién comprado, a pintura<br />
al óleo, a aguarras, a humos invernales de aldeas perdidas, etc., etc., mil etcéteras. ¡Hay tantos<br />
olores!<br />
Y si va mos mas alia, si nos hundimos en la real idad, encontraremos mas duros, mas comprometi dos,<br />
como drogas prohibidas, que quiza sólo son exhibibles en situaciones excepcionales.<br />
Los creadores de perfumes deberían rastrear el campo infinito de la realidad y, todavía mas,<br />
aventurarse en el terreno del mal.