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3,5 cm<br />
El dedo en el gatillo<br />
Lecturas de domingo<br />
SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>14</strong> DE ABRIL DE <strong>2024</strong><br />
La República<br />
9<br />
3 cm<br />
LUIS BEIRO<br />
EDITOR<br />
LECTURAS DE DOMINGO<br />
Esta vez hablo como<br />
periodista. La ignorancia<br />
no rinde tributo<br />
a la libertad de expresión.<br />
Esta crece<br />
como único recurso del profesional<br />
de la palabra para aguarle<br />
la fiesta al rey. Por eso se defiende<br />
a cualquier precio. Los<br />
periodistas cuecen ese remolino<br />
de ideas que un día viaja<br />
hacia la derecha, otros hacia la<br />
izquierda y los más hacia el centro,<br />
porque conservadores y liberales<br />
no pueden darse la mano<br />
en un mundo donde impera<br />
la catarsis.<br />
Según esos reyes, contra periodistas<br />
e intelectuales hay que<br />
guardar distancias porque la libertad<br />
de expresión cruza por<br />
ellos con un sentimiento de sagacidad.<br />
Se le teme al periodista, grabadora<br />
en mano, cuando pregunta<br />
lo que no debe. Al intelectual,<br />
el miedo pone en<br />
picota su cabeza, porque no<br />
pide un centavo por llevar<br />
contra las cuerdas a quien debiera<br />
estar peleando a mitad<br />
del cuadrilátero.<br />
El poeta cubano Heberto Padilla<br />
refirió en el censurado<br />
poemario Fuera de juego el<br />
desprecio del poder hacia los intelectuales:<br />
Ese aquí no tiene nada<br />
que hacer / no entra en el juego<br />
/ no se entusiasma / no pone<br />
en claro su mensaje / no repara<br />
siquiera en los milagros / se pasa<br />
el día entero cavilando / encuentra<br />
siempre algo que objetar. / ¡A<br />
ese tipo despídanlo! / echen a un<br />
lado al aguafiestas / a ese mal<br />
humorado del verano / con gafas<br />
negras / bajo el sol que nace.<br />
Fernando Savater es un intelectual<br />
que admiro. En mis años<br />
cubanos descubrí sus libros<br />
proscritos porque el Partido Comunista<br />
no lo consideraba. Su<br />
pensamiento me dio cierta luz<br />
profesional. En aquel entonces,<br />
sus obras “Ética para Amador” y<br />
“Política para Amador” pernoctaron<br />
en mi mesita de noche. A<br />
pesar de mi ortodoxia, algo me<br />
encendió el acto de pensar. Esos<br />
tomos trataban lecciones en primera<br />
persona, dirigidas a un joven<br />
a punto de entrar en la adolescencia,<br />
para advertir que lo<br />
expuesto de una forma, mañana<br />
puede tomar otra. Y a veces,<br />
una tercera mirada también.<br />
Me sedujo la facilidad de<br />
Savater para colocar su lenguaje<br />
al alcance de las mayorías. Así<br />
Fernando<br />
Savater en<br />
primera persona<br />
No soy quién para dar consejos a nadie. Mucho menos, de<br />
quien debo recibirlos. Debo aceptar con humildad y deseos<br />
de aprendizaje todo lo que se mueve a mi alrededor, incluso<br />
aunque no comulgue con sus propuestas.<br />
llegó a crear un estilo que muchas<br />
veces no era tomado en cuenta por<br />
quienes atacaban sus conductas<br />
públicas.<br />
De un tiempo a esta parte, los<br />
cintillos hicieron zafra con la noticia:<br />
Fernando Savater fue expulsado<br />
como columnista del periódico<br />
El País. El grupo Prisa, destacado<br />
por incluir en su estructura diversos<br />
órganos de comunicación masiva<br />
despidió, así como así, a un intelectual<br />
que puso a España en el<br />
mapa del pensamiento contemporáneo.<br />
Sus libros, traducidos<br />
a más de cien idiomas, ondeaban<br />
como banderas tanto en tribunas<br />
cultas como en populares.<br />
Los directivos de El País lo<br />
expulsaron. No saben o no desean<br />
conocer que un libre pensador<br />
no admite que le endocen<br />
una ruta para llegar a su<br />
destino. Algunos que no le llegan<br />
ni al tobillo, lo han acusado<br />
de escribir contra la política<br />
editorial de la empresa y<br />
contra el gobierno de España.<br />
El único ataque posible contra<br />
Savater pudiera cuestionar sus<br />
determinadas ideas, producto<br />
del libre fluir de sus ideas.<br />
Pero jamás esgrimió lamentaciones<br />
contra su país, ni contra<br />
los laboriosos redactores de<br />
noticias que llegan al público<br />
español a través de ese periódico.<br />
Y a este último, también.<br />
Entiendo la rabia del escritor<br />
por haberlo echado de su casa. A<br />
veces el orgullo debe andar oculto<br />
cuando intentamos sacar el<br />
rostro a la luz. El silencio ante los<br />
caimanes que saben ocultarse en<br />
el agua a esperar la ingenua pisada<br />
de un turista, es de sabios.<br />
La expulsión de Savater fue<br />
aprovechada para convertirlo en<br />
carne de cañón. Sin embargo,<br />
muchos de sus lectores no se hicieron<br />
eco de aquella decisión.<br />
Y provocó renuncias de otros columnistas<br />
como Félix de Azua, y<br />
más recientemente, el expresidente<br />
del Grupo Prisa, Juan Luis<br />
Cebrián, quien “osó” publicar en<br />
el diario “The Objetive”, el mismo<br />
donde, no por casualidad, Sabater<br />
fue acogido.<br />
No soy quien para dar consejos<br />
a nadie. Mucho menos, de quien<br />
debo recibirlos. Debo aceptar<br />
con humildad y deseos de aprendizaje<br />
todo lo que se mueve a mi<br />
alrededor, aunque no comulgue<br />
con el tema de sus discursos. Soy<br />
periodista y escritor, y no un político<br />
o economista. Igual sucede<br />
-salvando las distincias- con Fernando<br />
Savater. Siempre defenderé<br />
a los de mi clase cuando se trate<br />
de extirparlos del mundo por<br />
tener el cinto bien ajustado a la<br />
cintura.<br />
Como periodista, denuncio la<br />
libertad de expresión vulnerada.<br />
El escrito que provocó su expulsión<br />
carece de un matiz políticopartidario.<br />
Por el contrario, exhibía<br />
la naturaleza democrática del<br />
diario El País. Savater reflexionó<br />
en defensa a los intereses de<br />
miles de profesionales que, desde<br />
esas mismas páginas, defienden<br />
la libertad de opinión dentro<br />
y fuera de España. Sin temor<br />
a murciélagos pululantes.<br />
Los sobrevivientes, de una<br />
manera u otra, no pueden olvidar<br />
a sus muertos. Por rumbos<br />
inciertos pululan caminantes<br />
que pueden no tomarse en<br />
cuenta. Pero a todos los une el<br />
tributo hacia aquellos que pusieron<br />
buen precio a su palabra,<br />
en busca de invitar a los demás<br />
a ser distintos.