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inmediato, porque resultó que él no había dado
ninguna conferencia de prensa, entonces, era
un avance. Después el director me dijo «tráigame
otra de inmediato», y así me hice periodista
sobre la marcha. Para hacer mis entrevistas
iba en el camión Roma-Mérida o en el Colonia
del Valle-Coyoacán.
Con el sabor de sus palabras, la crudeza de sus verdades
y la mirada amorosa y empática siempre para
el país que la adoptó, Elena ha llevado numerosos
estandartes, como el despertar de las juventudes
mexicanas indignadas, ha buscado los rostros de los
desaparecidos en el 68, se ha solidarizado con causas
sociales, la búsqueda de la equidad de género
y toda causa que demande atención, siempre congruente
con sus principios, ideales y actuar.
exrector de esta casa de estudios, en un texto que
llevó por título algo similar a “El rector con mi sal”.
Además de su trabajo en el periodismo, el cual, como
ella dice, es de diario, es un trabajo sobre la marcha
en el que te guían las preguntas básicas a contestar,
cuenta con una prolífica trayectoria literaria. Su primer
libro, Lilus Kikus, está dirigido al público infantil
y cuenta con ilustraciones de Leonora Carrington
—de quien muchos años después escribiría su biografía
con un título tan imponente como el nombre
de esta pintora—.
Con más de 40 obras en su haber, Elena ha trascendido
en los géneros periodísticos y literarios como el
cuento, la novela, el teatro, la crónica, la biografía, el
ensayo, la poesía y trabajos de traducción, su herencia
a esta tierra.
La juventud de Elena transcurrió en el despertar
mexicano de mediados de siglo, junto a jóvenes
inquietos como Carlos Fuentes —a quien conoció
en una fiesta—, que estaban por revolucionar las
letras mexicanas.
La otra parte de Elena es esa mujer que contrajo
nupcias con un reconocido astrónomo mexicano y
amorosa madre de tres hijos, a quienes criaba mientras
era testigo de la convulsión social que atormentaba
al país en las décadas de 1960 —y desde entonces—.
Fue ahí cuando sintió ese despertar, esa
necesidad de tomar su papel de periodista y escritora
y alzar la voz desde las letras.
Ha realizado numerosas entrevistas —polémicas,
la mayoría— a personajes públicos, como a Hugo
Chávez, escritores, funcionarios y políticos mexicanos
que le permitieron mostrar el perfil de México
que muchas veces se ignora —o se pretende hacerlo—.
De hecho, una vez entrevistó a Manuel Nava,
Una de las particularidades a destacar en el trabajo
de Poniatowska es la perfecta unión de su experiencia
periodística con el característico corte literario que
permea su obra. Su escritura periodística —con tintes
históricos— y creativa le han merecido numerosos
reconocimientos, como: Premio Xavier Villaurrutia
(1971) —al cual renunció—, Premio Nacional de Periodismo
(1978), Premio Mazatlán (1992), Premio Alfaguara
de Novela (2001), Premio Rómulo Gallegos
(2007), Premio Biblioteca Breve Seix Barral (2011), Premio
Cervantes (2013), entre otros muchos. También
cuenta con doctorados honoris causa de numerosas
universidades nacionales e internacionales.
A sus 84 años Poniatowska no calla, sigue declarándose
seguidora del navismo, vocera de las causas
sociales, disfrutando el ejercicio libre de la escritura,
marcando los pasos jóvenes y robándonos una sonrisa
cada vez que, aun con los años, se muestra irreverente,
sencilla, polémica y rebelde, como sempre,
la Princesa Roja.
Apuntes:
Su color
favorito
es el “rojo
tragedia”,
como ella
misma lo llama.
Es sobrina de
la famosa poetisa
mexicana Pita
Amor.
En 2007 el
Gobierno del
Distrito Federal
instauró un
premio literario
con el nombre de
Elena Poniatowska.
Nació con el título de princesa,
por herencia de su padre, pero
el título de Princesa Roja lo
obtuvo al cuestionar al entonces
presidente de la república por
JUNIO 2016 200 UNIVERSITARIOS POTOSINOS
los muertos la noche 39
de Tlatelolco.