You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
I <strong>Concurso</strong> <strong>de</strong> <strong>Textos</strong> <strong>Canarios</strong>– Lo siento, pero no <strong>de</strong>be fatigarse. Es mejor que espere fuera –dijo mien tras inyectaba eltranquilizante en la bolsa transparente <strong>de</strong> suero transpa ren te–.Andrés me miró sorprendido mientras hacía gestos obscenos y <strong>de</strong> exa ge ra do asombro<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la enfermera. Más tar<strong>de</strong>, se presentaron Marcial y Lucas, encargados <strong>de</strong> cubrir los<strong>de</strong>portes, y Sonia, <strong>de</strong> musicales y tertulias.Pasé la noche sin po<strong>de</strong>r pegar ojo, entre sirenas <strong>de</strong> ambulancias, gemidos, llan tos <strong>de</strong>niño, murmullos, ruido <strong>de</strong> las camillas <strong>de</strong>slizándose por el co rre dor y ajetreo <strong>de</strong>l personalsanitario. Al día siguiente pu<strong>de</strong> volver a casa. La médica <strong>de</strong> guardia me recomendó unosdías <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso, pero yo no pen saba cumplirlos. Se acercaba la Navidad y <strong>de</strong>bía prepararvarios pro gra mas especiales. Cuando Ana, la recepcionista <strong>de</strong> la emisora, me vio en trar, nopudo disimular la sorpresa.– Buenos días, don Pedro, ¿qué hace aquí?– Trabajo aquí –le dije con la mejor <strong>de</strong> mis sonrisas–.La emisora llevaba funcionando cuatro años, pero su mala gestión había estadoa punto <strong>de</strong> causar el cierre siete meses antes. Fue entonces cuando Rodrigo la com pró,aumentando su colección <strong>de</strong> medios <strong>de</strong> comunicación, que incluía pe riódicos, televisioneslocales y emisoras <strong>de</strong> radio. Entonces yo tra ba ja ba en uno <strong>de</strong> sus periódicos como jefe<strong>de</strong> redacción. Ambos conservá ba mos viva una buena amistad, o así lo creía yo, que seremontaba casi trein ta años. No tardó en llamarme por teléfono.– Pedrito, acabo <strong>de</strong> enterarme <strong>de</strong> tu acci<strong>de</strong>nte. Me tienes preocupado. ¿Cómo estás?– Se me cruzó un excremento canino pero ya estoy bien.– ¿Quieres que envíe a un sustituto y te tomas un <strong>de</strong>scanso?– No es necesario, Rodrigo, gracias. Tengo varios proyectos en marcha que <strong>de</strong>bo supervisarpersonalmente.– Ya sabes que me tienes para cualquier cosa que necesites.Rodrigo era, sin duda, mi mejor amigo y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> mi esposa, la única personaimportante que quedaba en mi vida. Divorciado dos ve ces, era un donjuán recalcitrante. Susegunda mujer, Olga, una psicóloga in teligente y atractiva, no quiso <strong>de</strong>svelarme el motivópor el que le <strong>de</strong>jó.– No puedo <strong>de</strong>círtelo, Pedro, algún día lo enten<strong>de</strong>rás.Des<strong>de</strong> entonces ella y yo hablábamos por teléfono <strong>de</strong> vez en cuando. No ha bíarehecho su vida con nadie y se encontraba cómoda consigo misma <strong>de</strong>s pués <strong>de</strong> la sorpren<strong>de</strong>nteseparación. Él, en cambio, libaba <strong>de</strong> flor en flor, procurando no prolongar <strong>de</strong>masiado susrelaciones sentimentales. Siem pre le ha gustado dar ostentosas fiestas en su casa, una enorme103