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I Concurso de Textos Canarios

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I <strong>Concurso</strong> <strong>de</strong> <strong>Textos</strong> <strong>Canarios</strong>piel <strong>de</strong>snuda, reluciente <strong>de</strong> tan blanca, llamaría la atención <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos aun cuando la viesen<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un helicóptero. Y allí aguardó todo el día, con el jilorio y los calores.La jornada se hizo eterna. Nadie pasó por allí en todo el día hasta bien entrada latar<strong>de</strong> cuando, <strong>de</strong> nuevo, un helicóptero sobrevoló los malpaíses. Algo encandiló a los pilotoscuando pasaron por el volcán <strong>de</strong> San Antonio; no era más que un fisco visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tan alto,pero ambos se sorprendieron ante aquel reflejo en la negrura <strong>de</strong>l paraje. No obstante ninguno<strong>de</strong> los dos pensó que fuese una chica, ya que nunca habían visto un cuerpo tan blanco comoel <strong>de</strong> la guiri gótica, así que siguieron buscando por otro lado, pero dieron parte a la base <strong>de</strong>haber visto un objeto extraño en el fondo <strong>de</strong>l volcán.Fue entonces cuando los dos guardias volvieron a patear el sen<strong>de</strong>ro tratando <strong>de</strong>averiguar qué cosa tan extraña había ido a parar al fondo <strong>de</strong>l cráter. Ambos vieron a la guiripero ninguno reaccionó enseguida. “¡Chacho, creo que es una piba!”, dijo uno. “¿Tú estásloco? Eso no pue<strong>de</strong> ser…”, respondió el segundo. Y cogiendo los prismáticos comprobaronque, en efecto, era una mujer lo que se hallaba en el fondo.Los servicios <strong>de</strong> emergencia llegaron al enrojecer la tar<strong>de</strong>, y con cuerdas y ganchos<strong>de</strong>scendieron por el cono. Cuando alcanzaron a la guiri, su cuerpo ya no se movía, aunquese encontraba caliente. Su piel, <strong>de</strong> tan <strong>de</strong>licada, estaba llena <strong>de</strong> quemaduras, toda ella erauna quemadura colorada y latiente. Y ansina, entre voces <strong>de</strong> lamento y caras amurradas,subieron el cuerpo muerto.Cuando los conocidos <strong>de</strong> la guiri gótica la vieron, no hubo llantos ni lamentos, eincluso hicieron un feliz comentario: y es que su blanca piel, ahora colorada, tenía mejoraspecto que cuando estaba viva.99

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