Introducción - Municipalidad de Tucapel

Tucapel El Nuevo. La Otra Frontera – Tulio González Abuter
las plazas de la frontera 60 . El estudio arqueológico que hemos citado anteriormente nos
revela que la iglesia, además, tenía excelentes cimientos de piedra 61 .
Poco tiempo después, el 17 de diciembre de 1765 el sacerdote franciscano Pedro
Ángel de Espiñeira vuelve a entrar al fuerte de Tucapel, esta vez investido del cargo de
Obispo de la Diócesis de Concepción, que recién ha asumido. Está recorriendo todo el
obispado en Visita Pastoral y Tucapel debe tener especial significación para él porque,
como se recordará, en 1758 estuvo aquí para ir y venir del otro lado de la cordillera en su
afán evangelizador de los pehuenches. Cuántas diferencias se vislumbran ahora que entra
precedido de todos los honores atingentes a su investidura, con su secretario y escolta
militar que le custodia todo el viaje, si tan solo siete años antes ha debido rogar para
conseguir apoyo para su empresa.
Sin embargo, el celo con que Espiñeira desempeñaba su cargo le hizo olvidar
cualquier consideración especial, ya que el comportamiento del cura párroco y capellán del
fuerte, Francisco Saenz, estaba cuestionado por los propios feligreses. A la llegada de
Espiñeira lo esperaban el comandante, oficiales, soldados, milicias a caballo, toda la
población de los alrededores, el cura y sus ayudantes. De inmediato procedió a celebrar
misa en la iglesia parroquial de esta plaza fuerte. Según el texto de los autos de Visita, “el
cuerpo de la Iglesia, sus puertas y cerraduras; y no hallándolo con la debida limpieza y
aseo, la notó S.Sa. Iltma., e hizo cargo al dicho cura y vicario, ordenándole primeramente,
que procure mantener sacristán celoso, limpio y devoto, que cuide el aseo de la Iglesia,
sacristía y demás cosas necesarias y anexas a dicho oficio”. Además encontró deficiencias
en varios otros aspectos relativos al desempeño del sacerdote que sería largo enumerar. En
cuanto a la iglesia misma y los objetos del culto encontró el copón que mantiene las formas
consagradas en mal estado; la cajetilla para llevar el Santo Viático a los enfermos torcida, a
la que mandó hacer una “bolsa decente”; uno de los dos cálices roto. Pidió Espiñeira
claridad en los gastos de la iglesia que no estaban en orden. En cuanto “a lo esencial del
altar, manteles, paleas, corporales, purificadores y demás paños, que sirven al inmediato
60 Guarda, Gabriel…, op. cit., cap. X.
61 Minizaga…, op. cit. p 214.
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