LOS DESEOS DE CAMBIO, O - Margarita Pisano
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viviendo como estamos, amortiguando el sistema, creando estructuras sancionadoras,<br />
creyendo que los seres humanos somos esencialmente malos y/o buenos. Pensar así<br />
es estar en un esencialismo fundamentalista, es apelar a una naturaleza sin capacidad<br />
de transformación, negando incluso nuestro propio proceso histórico.<br />
La cultura patriarcal nos fracciona en cuerpo/alma, cuerpo/espíritu, cuerpo/mente. El<br />
cuerpo es declarado naturaleza a dominar "por la fuerza de la razón y los valores<br />
supremos del espíritu". Las conductas que no responden al orden simbólico/valórico<br />
vigente y sus normas establecidas son declaradas irracionales, locas, inmorales. En<br />
relación a la persona se van construyendo las ideas/sentimientos de superioridad e<br />
inferioridad que impregnan todo nuestro sistema asignándole al cuerpo la<br />
inferioridad. Las representaciones de los humanos y su cuerpos están saturadas de<br />
insinuaciones sobre lo pecaminoso del cuerpo y sus deseos.<br />
El cuerpo de la mujer es el más culpable en el orden simbólico valórico del<br />
patriarcado (la tentación/ocupación/conquista). La capacidad reproductiva del<br />
cuerpo/mujer es transformada y atribuida a un hecho de la naturaleza y/o de la<br />
voluntad divina, según sea el caso y no a un hecho de lo humano. La procreación es<br />
una capacidad del cuerpo de la mujer, pero no es sólo un hecho del cuerpo, es una<br />
capacidad en la que interviene una persona humana completa y en sí misma que<br />
decide ejercer esta potencialidad, por lo menos así debió, debe y puede ser.<br />
En este juego de prestidigitaciones en que no aparece la mujer pensante, con voluntad<br />
de decidir, se deslegitima a la mujer en lo más básico, que es decidir sobre su cuerpo,<br />
su soberanía. De ahí a desligitimarla como constructora de sociedad y cultura no hay<br />
más que un paso. Al marginar esta experiencia de la mujer y sus potencialidades la<br />
cultura patriarcal pierde su capacidad transformadora.<br />
Por lo tanto el proceso conlleva nuestra corporalidad, conlleva recuperar un lugar en<br />
el que la cultura vigente ha instalado la culpa. Recuperar nuestro cuerpo también<br />
implica recuperar el proceso de la vida y de la muerte; este proceso de sabiduría que<br />
las diferentes ideologías religiosas han atrapado en el deseo de prolongación de la<br />
vida, construyendo toda clase de ofertas, como si fuera un mercado: paraíso, infierno,<br />
reencarnacion, otras vidas, etc., como premio o castigo.<br />
El cuerpo como naturaleza a dominar