La propiedad - Terciopelo
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la <strong>propiedad</strong><br />
William sólo ofreció un gruñido a modo de respuesta.<br />
Daba la impresión de que se había olvidado de ella por completo.<br />
No, no era únicamente una impresión, sino un hecho<br />
irrefutable. Cathryn era una pequeña mota en el grueso de sus<br />
pensamientos, y él se habría sentido más que satisfecho de<br />
poder sacudirse esa mota de encima. En sus planes no entraba<br />
una esposa. ¿Qué cabida podía tener una esposa en sus pensamientos,<br />
cuando su afán por poseer una <strong>propiedad</strong> llevaba<br />
tantos años nublándole la mente por completo? Sin embargo,<br />
era cierto que estaba en edad casadera y que no podía tomar<br />
posesión de Greneforde sin ella. Así que tendría que casarse.<br />
De todos modos, sus pensamientos seguían únicamente centrados<br />
en Greneforde.<br />
—<strong>La</strong> guerra por la tierra es muy dura; has sido testigo de<br />
numerosas batallas como para ser consciente de ello, William<br />
le Brouillard —argumentó Godfrey con un tono cordial—. Y<br />
también has visto con qué efectividad puede una espada enviar<br />
a un hombre ante Dios. ¿Cómo crees que una damisela huérfana<br />
ha sobrevivido tantos años a la guerra civil?<br />
William no había caído en la cuenta, por lo menos no había<br />
prestado demasiada atención a la cuestión, y no le gustó nada<br />
que el padre Godfrey sacara el tema a colación. ¿Y qué importaba<br />
esa mujer? Greneforde, la tierra que venía con ella, era lo<br />
que realmente anhelaba. William había arriesgado su vida por<br />
Greneforde, y finalmente la había obtenido como recompensa.<br />
Sin embargo, lady Cathryn lo aguardaba, al igual que Greneforde.<br />
Por consiguiente, era obvio que no debía olvidarse de<br />
ella, a pesar de que lo había intentado.<br />
En aquel instante, Kendall apareció en medio de la niebla y<br />
logró captar su atención.<br />
—¿Has dado con Greneforde? —le preguntó William<br />
cuando Kendall estuvo a una distancia audible.<br />
—Sí, William, he encontrado tu <strong>propiedad</strong>.<br />
—¿Y qué te ha parecido? —lo exhortó, sintiéndose instantáneamente<br />
incómodo ante la parca respuesta de Kendall.<br />
Kendall bajó los ojos mientras se quitaba las manoplas de<br />
las manos.<br />
—Es una tierra rica, el castillo es una edificación sólida y<br />
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