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La propiedad - Terciopelo

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la <strong>propiedad</strong><br />

guido abandonar la estancia rápidamente. Los sirvientes tenían<br />

dos cosas en común: todos le lanzaban a Cathryn una<br />

mirada inquisitiva antes de marcharse y todos iban roñosos.<br />

William no pudo evitar fijarse en aquellas dos particularidades,<br />

hasta que llegó a la conclusión de que, con referencia a la<br />

segunda cuestión, algo extraño sucedía en Greneforde.<br />

—Un baño caliente frente al fuego me sentará la mar de<br />

bien, lady Cathryn —apuntó él—. Os agradezco sinceramente<br />

que hayáis pensado en este detalle. Llevo varios días sin poderme<br />

bañar —agregó, mirando con insistencia hacia las huellas<br />

mugrientas del último sirviente que quedaba en la alcoba<br />

y que ahora se disponía a marcharse.<br />

Cathryn sólo asintió, negándose a seguir los ojos de William.<br />

—Durante mi experiencia como cruzado por Tierra Santa<br />

aprendí muchas cosas —continuó, adentrándose más en la estancia—.<br />

Los sarracenos, por ejemplo, nos enseñaron muchas<br />

cosas acerca del arte de la guerra y también sobre arquitectura<br />

y, para mí fue un placer tomar conciencia de la im portancia<br />

que tiene la higiene personal. Es algo que os recomiendo encarecidamente.<br />

Cathryn permaneció en su postura rígida junto al umbral,<br />

y a pesar de que su tono era sosegado, William percibió una<br />

nota reprimida en el mensaje:<br />

—Sois verdaderamente afortunado, milord, por el hecho<br />

de haber aprendido tantas cosas. No todo el mundo ha gozado de<br />

las ventajas de viajar tan lejos en nombre de Dios.<br />

William, recordando con vívida claridad la suciedad, la depravación,<br />

el hambre y la sed, pero por encima de todo las<br />

muertes violentas de las que había sido a veces testigo y a veces<br />

verdugo, se preguntó si ella realmente comprendía lo que<br />

estaba diciendo.<br />

—He de agregar que no fuimos muchos los afortunados<br />

que seguimos ese camino en nombre de Dios, es más, fuimos<br />

muy pocos los que regresamos —contestó con un tono sereno—.<br />

Por consiguiente, mis revelaciones son más valiosas por<br />

ser uno de los privilegiados que pudo regresar.<br />

—Una interesante perspectiva —murmuró ella.<br />

—Por eso espero que acabéis por compartir mis hábitos<br />

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