La propiedad - Terciopelo
La propiedad - Terciopelo
La propiedad - Terciopelo
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
la <strong>propiedad</strong><br />
te que él no pensaba comer en ese momento, que no comería<br />
hasta que no tuviera la absoluta seguridad de que Greneforde<br />
le era completamente leal.<br />
Aquella faceta del carácter del hombre que iba a gobernar<br />
Greneforde no la amedrentó en absoluto; al contrario, Cathryn<br />
pensó que sería muy ventajoso, si a él le importaba la<br />
prosperidad de Greneforde. Por lo que a ella atañía, aún no<br />
había ponderado cómo iba a adaptarse a aquel carácter.<br />
—Vuestro deber es lo primero, milord, y yo siempre os<br />
obedeceré —respondió Cathryn, inclinando la cabeza grácilmente—.<br />
Vuestro aposento os espera. Cuando os hayáis despojado<br />
de vuestra indumentaria militar y os hayáis cambiado,<br />
me encontraréis en el salón contiguo a vuestro aposento. Eso,<br />
por supuesto, si a vos os parece bien.<br />
William habría preferido ir directamente a la capilla y firmar<br />
los contratos de inmediato, pero no quería arriesgarse a<br />
ofenderla casándose con la armadura puesta, después de la<br />
capitulación por parte de ella de aplazar el banquete. Conteniendo<br />
su ansiedad, intentó sonreír encantadoramente, tal y<br />
como había aprendido en la corte, y contestó:<br />
—Me complace que intentéis satisfacer mis deseos, Cathryn,<br />
y por consiguiente, yo satisfaré los vuestros.<br />
A pesar de la templanza y autocontrol que demostraba su<br />
inminente esposa, a William no le pasó desapercibido la leve<br />
dilatación de sus pupilas negras ante su respuesta. Ella era una<br />
damisela inocente que no estaba acostumbrada al lenguaje<br />
seductor que usaban en la corte, lo cual era de esperar, teniendo<br />
en cuenta lo aislado que se hallaba Greneforde, y él se<br />
sintió satisfecho.<br />
—Me vestiré del modo adecuado para añadir un toque de<br />
distinción a la ceremonia que nos unirá en matrimonio. No<br />
tendréis que esperar mucho.<br />
Cathryn no contestó. Sentía un tenso nudo en el pecho que<br />
le estrujaba los pulmones, por lo que tuvo que realizar un<br />
enorme esfuerzo para respirar. El hombre que iba a convertirse<br />
en su dueño y señor era increíblemente apuesto; sus ojos<br />
brillaban y destellaban como el acero recién bruñido, y sus<br />
delicadas palabras la embriagaban con el efecto de una malla<br />
41