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La propiedad - Terciopelo

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la <strong>propiedad</strong><br />

más allá de aquel punto. No sabía qué tipo de hombre era;<br />

quizá alguien acostumbrado a usurpar sin pedir permiso, cuya<br />

única intención era sacar el máximo provecho de lo que quedaba<br />

en Greneforde para luego marcharse en busca de otra<br />

<strong>propiedad</strong> más próspera. Desconocía sus intenciones, y no las<br />

sabría hasta que pudiera mirarlo a los ojos y descifrar su personalidad.<br />

Y aquella incógnita la afligía. Únicamente sabía una<br />

cosa: que protegería Greneforde con dientes y uñas hasta que<br />

descubriera el calibre del hombre que el rey Henry le había<br />

elegido por esposo.<br />

Cathryn no pensaba en la idea de protegerse a sí misma.<br />

Aspiró hondo e irguió los hombros, acto seguido abandonó<br />

su habitación y entró en la alcoba principal, la que ocuparía su<br />

nuevo esposo. <strong>La</strong> cama estaba recién hecha, engalanada con los<br />

mejores paños que Greneforde podía ofrecer. Habían encendido<br />

el fuego en la chimenea, y la jofaina estaba a punto con<br />

agua fresca. Sin mirar de nuevo hacia la cama, Cathryn asintió<br />

levemente con la cabeza en señal de aprobación y abandonó la<br />

alcoba. Lo más sensato que podía hacer era bajar de nuevo a<br />

supervisar la cena.<br />

Alys llevó la cesta con las manzanas hasta la cocina y la<br />

dejó caer pesadamente en el suelo.<br />

—Ahora ya no queda ni una sola fruta en los árboles<br />

—anunció la criada.<br />

John la observó por encima del hombro y remarcó con un<br />

tono gentil:<br />

—Han ofrecido su preciado tesoro para la mejor de las<br />

causas.<br />

—Por nada del mundo dejaría que nuestra señora quedase<br />

en ridículo —declaró Eldon, como si hablara en nombre de<br />

todos los allí presentes—. El nuevo lord y sus hombres comerán,<br />

y además comerán bien, aunque para ello nosotros tengamos<br />

que ayunar.<br />

—No te preocupes, comeremos —le aseguró <strong>La</strong>n mientras<br />

cortaba la carne de cerdo a dados— aunque quizá tengamos<br />

que comer estofado.<br />

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