La propiedad - Terciopelo

claudia dain
flanco oeste, el castillo destacaba por encima de la empalizada
con un aspecto imponente; los muros eran almenados, al igual
que la torre, que se erigía majestuosamente con su altura de
cuatro plantas.
Tan ensimismado estaba William con su primera impresión
de Greneforde que no se fijó en el estado de abandono de
las tierras, ni en el bosque que se había extendido ocupando las
tierras de cultivo, ni en la falta de chozas o de una aldea cercana.
Tan satisfecho estaba con su propiedad que cuando cayó en
la cuenta del estado de abandono en que se hallaba Greneforde,
no permitió que aquel pensamiento lo inquietara. Greneforde
disponía de un lord otra vez, y William haría todo lo
posible por devolverle todo su esplendor y alegría de antaño.
Por fin estaba en casa.
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