La propiedad - Terciopelo
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claudia dain<br />
William le Brouillard, conocido en tres continentes por su<br />
habilidad guerrera, su orgullo y gallardía, miró al cura visiblemente<br />
desorientado.<br />
—<strong>La</strong>dy Cathryn me ha rogado encarecidamente que oficie<br />
una misa por los muertos. —Al ver que William asentía<br />
con ademán perplejo, añadió—: De eso hemos hablado, y de<br />
nada más.<br />
—Entonces será mejor que oficiéis una misa cuanto antes<br />
—contestó William con serenidad, recuperando la compostura.<br />
Godfrey asintió con aquiescencia, procurando ocultar la<br />
risa.<br />
En esos instantes se les acercó Rowland, y William se volvió<br />
hacia él, aliviado de poder zanjar aquella conversación con<br />
el padre Godfrey. Ambos examinaron lentamente el comedor.<br />
No era la estancia en sí lo que ocupaba sus pensamientos<br />
ahora, sino los habitantes de Greneforde. Los sirvientes se<br />
movían enérgicamente, obcecados en su trabajo, hablando y<br />
murmurando y dándose órdenes los unos a los otros sin apenas<br />
respirar. Rowland se fijó en la reacción de William con<br />
sumo interés. <strong>La</strong>s palabras de Ulrich eran ciertas; allí no había<br />
ningún hombre ni ninguna mujer que tuviera menos de cuarenta<br />
años, y además, todos exhibían un aspecto deplorable:<br />
llenos de mugre y con unos andrajos tan rígidos a causa de la<br />
suciedad acumulada durante meses, o quizá incluso años.<br />
También llevaban las caras tan sucias hasta el punto de ofrecer<br />
un aspecto roñoso, y tenían las uñas ennegrecidas en vez<br />
de blancas.<br />
Los sirvientes de Greneforde parecían pordioseros.<br />
En cambio, el aspecto de lady Cathryn era todo lo contrario,<br />
y con su vestido blanco destacaba como una hoguera luminosa<br />
en medio de una noche cerrada.<br />
Rowland volvió a mirar a William con interés. En Siria,<br />
Armenia, Capadocia y Frigia; en Antioquia, Edesa y Dorila;<br />
desde Moldavia y Bohemia a Sajonia; en las tierras de Champagne,<br />
Valois, y, naturalmente, en Normandía, William le<br />
Brouillard tenía fama por su habilidad guerrera, su valor, y…<br />
su pulcritud. En las áridas tierras de Damasco, en las que el<br />
agua era un bien escaso más preciado que las perlas y los hom-<br />
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