Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica<br />
implica cierto orden. Este último rasgo remite a la idea de que el sujeto está en la relación<br />
‘debida’ con el dativo, de modo que el significado de las construcciones sigue haciendo alusión<br />
a la presencia de algún tipo de norma: 13<br />
(24) a. A mí, que no esperaba nada, me correspondió el retrato de Rodrigo el Carnicero.<br />
[Malena, 52]<br />
b. Pero nadie sabe el orden de los muertos ni el de los vivos, a quiénes les tocará primero<br />
la pena o primero el miedo. [Corazón, 125]<br />
Resulta muy interesante observar, además, que hay <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> deónticos que<br />
se cargan de un matiz afectivo en algunos de sus empleos. <strong>Los</strong> ejemplos de (25) ilustran este<br />
fenómeno. Atañer (25a) e incumbir (25b), que pertenecen al primer grupo, se deslizan hacia<br />
la esfera de los afectos a través <strong>del</strong> sentido moral que se asocia con la noción de obligación.<br />
Por su parte, el verbo importar, que en su acepción de ‘tener valor’ funciona como miembro<br />
<strong>del</strong> segundo grupo, adopta el sentido de ‘tener interés’ (Moliner 1998, s.v.) en oraciones<br />
como la de (25c). Y en (26d) se advierte que costar, habilitado para expresar ‘capacidad’,<br />
según vimos arriba, en otros contextos actualiza el significado de ‘resultar una cosa molesta<br />
o penosa para alguien’ (Moliner 1998, s.v.):<br />
(25) a. Contaba el suceso como si no le atañese. [Tempestad, 41]<br />
b. Aunque a mí no me incumbía la maldición. [Tempestad, 72]<br />
c. De momento no me importa el destino <strong>del</strong> gobernador de Sonora. [Amores, 57]<br />
d. Parece que le cuesta saludar. [Moliner 1998, s.v. costar]<br />
<strong>Los</strong> ejemplos de (25) ponen de manifiesto que entre los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> deónticos y<br />
los <strong>verbos</strong> de afección psíquica, que configuran la segunda subclase, media una frontera difusa.<br />
El que puedan existir semejantes traslapes de significado no debe extrañar si se piensa que la<br />
zona de los sentimientos se halla incluida, como hemos dicho, dentro de la categoría modal.<br />
Finalizaremos la discusión de los <strong>verbos</strong> deónticos haciendo notar que estos <strong>verbos</strong><br />
seleccionan habitualmente entidades de tercer orden (proposiciones y nombres abstractos),<br />
aunque no está excluida la posibilidad de que se combinen con entidades físicas de primer<br />
orden. El fenómeno se observó arriba en (24a) (me correspondió el retrato) y se puede ilustrar<br />
con estos otros ejemplos más:<br />
(26) a. Me importan un comino Giorgine y su maldito cuadro. [Tempestad, 256]<br />
b. A Andrés no le sirve mi lápiz. [Seco; tomado de Vázquez 1995: 177]<br />
13 En otros contextos el sentido de tocar puede deslizarse hacia una simple noción de ‘sobrevenirle a alguien algo’<br />
(Le ha tocado mala suerte), noción que aproxima el verbo a la clase de los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de ‘suceso’.<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57