Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica 5<br />
(59) a. En los burós, descarapelados (...), no faltaba el rollo de papel higiénico. [Púberes,<br />
23]<br />
b. Acaricié su vientre, como una caja de resonancia o un hemisferio donde cupiesen los<br />
infinitos avatares <strong>del</strong> mundo. [Tempestad, 252]<br />
c. Que allí no pasaba nada. [Malena, 60]<br />
Pero en otros contextos se introduce un dativo que parece desempeñar el oficio <strong>del</strong><br />
argumento locativo:<br />
(60) a. A mí me faltan datos. [Flandes, 289]<br />
b. En un segundo le cupieron muchas preguntas. [Amores, 102]<br />
c. En realidad, le pasaba algo muy sencillo. [Púberes, 125]<br />
La sustitución <strong>del</strong> argumento locativo por el dativo pone a la vista un fenómeno muy<br />
difundido en las lenguas <strong>del</strong> mundo, de acuerdo con el cual los seres humanos se conceptualizan<br />
como ‘dominios’ de algún tipo, muchas veces como ámbitos de ‘posesión’, cuando el<br />
contexto incluye una idea más o menos clara de locación (Aristar 1997; Newman 1998), y<br />
otras veces, en entornos más abstractos, donde toma precedencia el rasgo humano <strong>del</strong> dominio,<br />
como esferas de ‘experiencia’ física o mental (Poteet 1987; Rudzka-Ostyn 1996). 27<br />
Ahora bien, si la alternancia documentada con los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de existencia se<br />
limitara a los casos de (59) y (60), diríamos simplemente que estos <strong>verbos</strong> requieren un complemento<br />
locativo, que puede ser reemplazado, vía la metáfora, por un dativo, y llamaríamos<br />
la atención hacia el carácter derivado de este dativo. Sin embargo, resulta que las cosas son<br />
menos simples de lo que aparentan, ya que, en otras ocasiones, los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de<br />
existencia admiten la coocurrencia <strong>del</strong> dativo y el locativo, como se aprecia en (61):<br />
(61) a. En su casa no le faltaba de nada, de nada. [Malena, 127]<br />
b. Emilia le contó todo lo que le cabía entre la blusa y la espalda. [Amores, 283]<br />
c. Como sin duda le ocurrió a la mulata Miriam aquella tarde de calor en La Habana.<br />
[Corazón, 231]<br />
d. Lo que nos aconteció en un prado. [Gutiérrez 1999: §30.5.2.4]<br />
Las oraciones de (61) se pueden analizar de dos maneras: o bien se identifica el locativo<br />
con el argumento regido y se ve en el dativo un elemento que se añade a la estructura predicativa<br />
sin tener carácter actancial, como ocurre frecuentemente en <strong>español</strong>, o bien se ofrece el<br />
27 Es importante hacer notar que el valor modal que hemos atribuido a los <strong>verbos</strong> estativos de existencia no<br />
repercute en el análisis <strong>del</strong> objeto indirecto. Lo que tiene que ver con la modalidad−el juicio de suficiencia y<br />
su fuente (el hablante)− se encuentra incorporado en el lexema verbal, y, de manera análoga a lo que sucede<br />
con los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> deónticos y los de afección psíquica, no existe la posibilidad de que el evaluador<br />
aparezca en la superficie. El dativo que acompaña a los estativos de existencia no se refiere nunca al autor <strong>del</strong><br />
juicio modal, sino que se vincula con la parte locativa <strong>del</strong> significado existencial de estos <strong>verbos</strong>.<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57