Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica 31<br />
En cuanto a la selección <strong>del</strong> sujeto, la evidencia resulta menos clara, a primera vista, ya<br />
que los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección psíquica llegan a utilizarse con sujetos humanos, que<br />
funcionan como causantes o estímulos de la experiencia afectiva:<br />
(28) a. ¿A ti te gustan las chicas? [Flandes, 170]<br />
b. A Jaime le encantaban los niños. [Malena, 265]<br />
Sin embargo, estos sujetos animados son poco frecuentes en el uso. Las más de las<br />
veces, los <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección psíquica se combinan con sujetos inanimados,<br />
codificados a menudo bajo la forma de una oración, tal como se ilustra en (29):<br />
(29) a. Y ya sabes que a mamá no le gusta que bebamos vino. [Malena, 23]<br />
b. Se me antojó oír “Lola”, el clásico de <strong>Los</strong> Kinks. [Suerte, 100]<br />
c. ¿Ya no te interesan las elecciones? [Amores, 133]<br />
d. Me choca cómo me miran. Me choca, carajo. [Luna, 77]<br />
e. Y no me apetecía subir tantos escalones. [Malena, 75]<br />
f. Le repugnó el aire paternal de sus palabras. [Luna, 211]<br />
g. Yo creía (...) que te interesaba resolver el caso. [Tocador, 215]<br />
h. A Luisa le gusta dormir con la persiana bajada, a mí no. [Corazón, 198]<br />
Esta tendencia a seleccionar sujetos inanimados, muchas veces de tipo oracional, ha<br />
caracterizado a los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección psíquica a lo largo de la historia, desde la<br />
época medieval, cuando dominaba el empleo de placer y pesar, hasta la época moderna, en la<br />
que gustar y su correlato negativo no gustar toman el relevo de sus antecedentes medievales<br />
y se constituyen en las formas favoritas para la expresión de las actitudes afectivas (Melis,<br />
Flores y Bogard 2003). La preferencia por el sujeto oracional opone estos <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong><br />
a los <strong>verbos</strong> transitivos de afección psíquica, que no comparten esta tendencia. 15 Al mismo<br />
tiempo, nos proporciona una señal de la relación que los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> afectivos<br />
mantienen con la categoría de la impersonalidad (véase supra, 2.1). Es cierto que la naturaleza<br />
‘impersonal’ de estos <strong>verbos</strong> se apreciaba mejor en la Edad Media, porque placer y pesar<br />
ofrecían a menudo, según vimos arriba, usos prepositivos en oraciones que carecían de sujeto<br />
gramatical. 16 En la actualidad, en cambio, la impersonalidad de los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de<br />
15 De hecho, la combinación regular de los <strong>verbos</strong> transitivos de afección psíquica con sujetos inanimados<br />
corresponde a un fenómeno de desarrollo relativamente reciente en la historia <strong>del</strong> <strong>español</strong>, que empieza con<br />
las entidades nominales y se amplia después a los sujetos de forma oracional (Melis 2000a; Melis, Flores y<br />
Bogard 2003). En la actualidad, estos transitivos siguen oponiéndose a los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección<br />
psíquica por su propensión mucho mayor a utilizarse con sujetos animados (Melis 1999b).<br />
16 Placer y pesar se comportaban en este sentido como los ‘<strong>impersonales</strong> de sentimiento’ <strong>del</strong> latín que, además<br />
de combinarse con el sujeto oracional, podían ir acompañados de una frase nominal que se marcaba con caso<br />
genitivo: me (AC) piget stultitiae meae (GEN) = ‘me aflige mi estupidez’ [Cicerón; tomado de Gaffiot 1934,<br />
s. v. piget].<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57