Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica 3<br />
(53) *Es {cierto/seguro/evidente/innegable} beber cerveza en Alemania.<br />
[Hernanz 1999: §36.2.3.2]<br />
Vale la pena mencionar, por último, que no obstante las diferencias que separan el complemento<br />
regido por los <strong>verbos</strong> deónticos <strong>del</strong> dativo añadido a la estructura de los epistémicos,<br />
los dos grupos coinciden en el carácter humano de su referente. <strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> epistémicos<br />
no aceptan otra posibilidad, ya que su dativo remite al evaluador. Con los <strong>verbos</strong> deónticos,<br />
la entidad hacia la cual se orienta el juicio es necesariamente humana cuando el juicio implica<br />
una noción de ‘responsabilidad’ y lo es en casi cualquier tipo de contexto deóntico, aunque,<br />
ocasionalmente, en lugar <strong>del</strong> dativo humano esperado puede aparecer una entidad inanimada,<br />
como en estos ejemplos:<br />
(54) a. Creo que el casamiento de Bazaine ha convenido a la causa republicana. [Imperio,<br />
319]<br />
b. A esta pared le urge otra mano de pintura.<br />
c. A este bizcocho le conviene el fuego lento. [Moliner 1998, s.v. convenir]<br />
4.2. Verbos de afección psíquica<br />
<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección psíquica tienen en común con los <strong>seudo</strong><strong>impersonales</strong><br />
deónticos la exigencia de un complemento dativo previsto en su valencia. Aquí<br />
el objeto indirecto designa al ‘experimentante’ <strong>del</strong> proceso interno que expresa el verbo.<br />
Para comprobar el carácter argumental de dicho ‘experimentante’, podemos aducir las<br />
mismas pruebas que utilizamos en el caso de los <strong>verbos</strong> deónticos. En primer lugar, tenemos<br />
las oraciones de (55), donde advertimos que el complemento latente controla la interpretación<br />
indeterminada o genérica <strong>del</strong> sujeto <strong>del</strong> infinitivo:<br />
(55) a. No apetece morir.<br />
b. Se antoja comer fruta.<br />
c. Duele decirlo.<br />
En segundo lugar, podemos apelar a los adjetivos emparentados, en cuyo comportamiento<br />
queda reflejado que todo estado interno supone la presencia de un ‘experimentante’.<br />
Por ello los adjetivos de valor afectivo pueden combinarse con el dativo (56a) y permiten que<br />
éste actúe como controlador latente <strong>del</strong> sujeto <strong>del</strong> infinitivo (56b):<br />
(56) a. El recuerdo le era doloroso. [Gutiérrez 1999: §30.6.4.3]<br />
b. Es grato recordar los años de infancia.<br />
El carácter regido <strong>del</strong> complemento que acompaña a los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de afección<br />
psíquica hace esperar que estos <strong>verbos</strong>, al igual que los <strong>verbos</strong> deónticos, impidan la incorpo-<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57