Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica 37<br />
Dentro de la primera subclase de <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong>, opondremos el dativo de los<br />
<strong>verbos</strong> epistémicos al dativo de los deónticos. El primero es un dativo de ‘punto de vista’,<br />
no regido, que designa al evaluador; el segundo, por el contrario, tiene carácter actancial y<br />
manifiesta el ‘polo de orientación’ que implica el significado deóntico.<br />
<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> de afección psíquica, que conforman la segunda subclase, se combinan<br />
con un dativo ‘experimentante’, previsto en la valencia verbal, al igual que el dativo de los<br />
modales deónticos. Las afinidades entre estos dos grupos de <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong>, en lo que al<br />
comportamiento sintáctico de su complemento se refiere, cobran sentido a la luz de los deslizamientos<br />
semánticos que se dan entre una zona y otra. Recuérdese al respecto la facilidad<br />
con la que los <strong>verbos</strong> deónticos se cargan de matices afectivos (véase supra, 3.2.1).<br />
Con los <strong>verbos</strong> de la tercera subclase, el dativo sustituye −vía la extensión metafórica−<br />
al argumento locativo básico que rigen todos los <strong>verbos</strong> de existencia, independientemente de<br />
sus propiedades estativas o dinámicas. Desde esta perspectiva, queda justificada la propuesta<br />
de subsumir los dos grupos en una misma subclase, puesto que tienen en común el valor<br />
locativo que subyace a su dativo. Al mismo tiempo, sin embargo, sigue siendo pertinente<br />
la división aspectual que hemos trazado, en la medida en que existen, entre el dativo de los<br />
<strong>verbos</strong> estativos y el dativo de los <strong>verbos</strong> dinámicos, sutiles diferencias de comportamiento.<br />
Así, mostraremos que el complemento de los <strong>verbos</strong> estativos sugiere un ‘locus de posesión’,<br />
en tanto que el de los dinámicos de suceso evoca un ‘locus de afectación’. Argumentaremos,<br />
también, que como resultado de la naturelaza derivada de su función (a través de la metáfora),<br />
el dativo que se une a los <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> de existencia refleja distintos grados<br />
de cohesión sintáctico-semántica con el verbo, cohesión que resulta ser mayor en el caso<br />
de los <strong>verbos</strong> estativos de existencia y menor en el caso de los <strong>verbos</strong> dinámicos de suceso.<br />
4.1. <strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> modales<br />
Hemos a<strong>del</strong>antado que el dativo que acompaña a los <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> epistémicos<br />
no tiene el mismo comportamiento que el dativo que se combina con los deónticos. Para mostrar<br />
la diferencia que los separa, vamos a partir de la idea de que toda oración modal expresa<br />
la actitud subjetiva <strong>del</strong> hablante ante el enunciado. Así, en (35), por ejemplo, entendemos que<br />
la relación de ‘conveniencia’ establecida entre el tema de la predicación y el dativo refleja el<br />
juicio <strong>del</strong> que habla:<br />
(35) A Juan le conviene salir temprano.<br />
Es el hablante, en su papel de evaluador, quien considera que a Juan le beneficiaría una<br />
salida temprana, independientemente de la opinión que pueda tener al respecto el mismo<br />
Juan. Nótese que en la superficie de la oración no aparece ningún elemento que remita explícitamente<br />
a la presencia <strong>del</strong> hablante, pero su participación en la escena se sobreentiende<br />
como parte <strong>del</strong> significado modal de la predicación.<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57