Los verbos seudo-impersonales del español. Una caracterización ...
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<strong>Los</strong> <strong>verbos</strong> <strong>seudo</strong>-<strong>impersonales</strong> <strong>del</strong> <strong>español</strong>. <strong>Una</strong> <strong>caracterización</strong> semántico-sintáctica<br />
los autores no se detienen), sino por ser el sujeto “un nombre inanimado que se pospone al<br />
verbo y semánticamente puede ser tomado como complemento directo”. El motivo por el que<br />
Alcina y Blecua rechazan el análisis de franca y completa ‘impersonalidad’, como ellos mismos<br />
señalan, es porque dicho objeto semántico concuerda gramaticalmente con el verbo.<br />
Recientemente, la atención de los estudiosos se ha deslizado hacia el dativo de las construcciones<br />
(Vázquez 1995, en prensa; Campos 1999; Gutiérrez 1999). Con este nuevo enfoque,<br />
ha pasado a primer plano la anomalía de los esquemas biactanciales intransitivos que<br />
forman los <strong>verbos</strong> de (1), considerando que en <strong>español</strong> el objeto indirecto añade típicamente<br />
una segunda determinación a la referencia <strong>del</strong> núcleo verbal (S-V-OD-OI), a la vez que los<br />
<strong>verbos</strong> de objeto único suelen ser transitivos (S-V-OD).<br />
De los análisis antecedentes es posible abstraer que son dos las preguntas fundamentales<br />
que plantea el comportamiento de los <strong>verbos</strong> ilustrados en (1). La primera gira en torno<br />
al elemento que suele aparecer a la derecha <strong>del</strong> verbo, que tiene referente inanimado en la<br />
mayoría de los casos y corresponde con frecuencia a una estructura oracional. <strong>Los</strong> gramáticos<br />
que, como Nebrija o Alcina y Blecua, centran su interés en este elemento, le reconocen<br />
propiedades ambiguas que ponen en tela de juicio su carácter de auténtico sujeto. Esto se ve<br />
reflejado, desde luego, en las propuestas que formulan los gramáticos acerca de la impersonalidad<br />
o <strong>seudo</strong>-impersonalidad de las construcciones analizadas.<br />
La segunda pregunta, en cambio, versa sobre la selección <strong>del</strong> objeto indirecto en vez<br />
<strong>del</strong> esperado objeto directo, y lleva a examinar la razón por la que los <strong>verbos</strong> de (1), en el<br />
supuesto de que se trate de <strong>verbos</strong> biactanciales, no mo<strong>del</strong>an su comportamiento sobre el de<br />
los transitivos canónicos.<br />
De esta cuestión se ha ocupado extensamente Vázquez (1995, en prensa), quien analiza<br />
los esquemas biactanciales con objeto indirecto, evalúa su grado de desviación con respecto a<br />
la oración transitiva prototípica, y concluye que la formalización <strong>del</strong> objeto indirecto es resultado<br />
y reflejo de la ‘baja transitividad’ que caracteriza a estas construcciones. Efectivamente,<br />
según argumenta la autora, si admitimos que la oración transitiva mo<strong>del</strong>o es aquella en que un<br />
sujeto humano y agentivo realiza una acción física sobre un objeto, típicamente inanimado, que<br />
absorbe los efectos de la acción y sufre algún tipo de cambio, resulta evidente que los <strong>verbos</strong><br />
de (1) forman oraciones cuyas propiedades están muy alejadas <strong>del</strong> canon de la transitividad. 1<br />
Este distanciamiento de la norma transitiva se manifiesta en los siguientes hechos: primero, los<br />
<strong>verbos</strong> suelen denotar situaciones estativas en las que el sujeto no afecta al objeto, segundo, tienen<br />
sujetos inanimados desprovistos de cualquier rasgo de agentividad y, tercero, introducen un<br />
objeto que no se parece en nada al objeto típico <strong>del</strong> verbo transitivo, pues no sufre los efectos de<br />
1 Existe cierto desacuerdo en torno a las propiedades referenciales <strong>del</strong> objeto transitivo prototípico. Hopper y<br />
Thompson (1980) le atribuyen el carácter de entidad animada altamente individualizada, pero otros gramáticos<br />
(Comrie 1979; Givón 1984: 96-7; Croft 1991: 168) lo identifican con una cosa, pasiva, inconsciente y<br />
manipulable. <strong>Los</strong> estudios de uso corroboran el hecho de que el objeto de la oración transitiva suele ser de<br />
carácter inanimado (Vázquez, en prensa).<br />
VERBA, 2007, vol. 34: 7-57