08.05.2013 Views

Lenguaje - Ministerio del Poder Popular para la Educación

Lenguaje - Ministerio del Poder Popular para la Educación

Lenguaje - Ministerio del Poder Popular para la Educación

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

110<br />

La otra señorita<br />

Oscar Guaramato<br />

I<br />

La maestra rural fue tras<strong>la</strong>dada a otro pueblo. Nos comunicó<br />

<strong>la</strong> noticia después de haber cantado un viejo himno, cuando estábamos frente<br />

a el<strong>la</strong>, atentos a sus manos guiadoras <strong>del</strong> compás. Habló brevemente. Explicó<br />

que desde el lunes tendríamos otra maestra; que el<strong>la</strong> pasaría a regentar otra<br />

escue<strong>la</strong>, perdida en <strong>la</strong> montaña de un remoto caserío, y recomendó que<br />

fuésemos amables con <strong>la</strong> otra preceptora, por cuanto nosotros constituiríamos<br />

su prueba de fuego, su primer experimento de recién graduada.<br />

Era viernes y atardecía sobre <strong>la</strong>s casas.<br />

Pero esto no sucedió ayer ni anteayer. El<strong>la</strong> era <strong>la</strong> maestra de nuestras<br />

primeras letras, hace veinticinco años. Sin embargo, el tiempo transcurrido<br />

no impide que recuerde c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong>s cosas ocurridas aquel día, lo que<br />

hicimos en <strong>la</strong> calle. Fue allí donde noté que había olvidado mi pizarra y regresé<br />

corriendo al salón. Busqué por todas partes y, al no encontrar<strong>la</strong>, l<strong>la</strong>mé a mi<br />

maestra. Salió y vi sus ojos humedecidos <strong>del</strong> l<strong>la</strong>nto, y sin decirme nada me<br />

abrazó sollozante. Recuerdo que yo también lloré; que era viernes, y que el sol<br />

muriente <strong>la</strong>mía en el patio <strong>la</strong>s hojas de un rosal.<br />

II<br />

El domingo <strong>la</strong> acompañé a <strong>la</strong> estación. Yo cargaba su maleta. Fue domingo, a<br />

<strong>la</strong>s once de <strong>la</strong> mañana. La locomotora tenía un nombre, Gavilán, y resop<strong>la</strong>ba<br />

como un animal cansado. Al n, un hombre de uniforme gris ordenó a los<br />

pasajeros que subieran al tren. Fue entonces cuando el<strong>la</strong> me estrechó contra<br />

su pecho y me besó en <strong>la</strong> frente.<br />

Recuerdo c<strong>la</strong>ramente su pañuelo b<strong>la</strong>nco aleteando a lo lejos y aquel<strong>la</strong> dulce<br />

paz que me quedó en <strong>la</strong> cara.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!