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Lenguaje - Ministerio del Poder Popular para la Educación

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130<br />

El dueño <strong>del</strong> fuego<br />

(Leyenda venezo<strong>la</strong>na)<br />

Cerca <strong>del</strong> lugar donde nace el Orinoco vivía Babá, el rey de los<br />

caimanes. Su esposa era una rana grandísima y juntos tenían un gran secreto<br />

que ignoraban los demás animales y los hombres. Estaba guardado en<br />

<strong>la</strong> garganta <strong>del</strong> caimán Babá. La pareja se metía en una cueva y amenazaban<br />

con el riesgo de perder <strong>la</strong> vida a quien osara entrar; decían que dentro había<br />

un dios que todo lo devora y que solo ellos, reyes <strong>del</strong> agua, podían pasar.<br />

Un día <strong>la</strong> perdiz, apurada por hacer su nido, entró distraída en <strong>la</strong><br />

cueva. Buscando paja y palitos encontró hojas y orugas chamuscadas, como<br />

si el fuego <strong>del</strong> cielo hubiera estado por ahí. Probó <strong>la</strong>s orugas tostadas y<br />

le supieron mejor que cuando <strong>la</strong>s comía crudas. Se fue aleteando a ras <strong>del</strong><br />

suelo <strong>para</strong> contarle todo a Tucusito, el colibrí de plumas rojas. Al rato llegó el<br />

pájaro Bobo y entre los tres idearon un p<strong>la</strong>n <strong>para</strong> averiguar cómo hacían <strong>la</strong><br />

rana y el caimán <strong>para</strong> cocer tan ricas orugas.<br />

Bobo se escondió dentro de <strong>la</strong> caverna aprovechando su oscuro plumaje.<br />

La rana soltó <strong>la</strong>s orugas que traía en <strong>la</strong> boca al tiempo que Babá abría <strong>la</strong> suya,<br />

dejando salir unas lenguas rojas y bril<strong>la</strong>ntes. La pareja comía <strong>la</strong>s orugas sin<br />

percatarse de Bobo, y luego se durmieron satisfechos. Entonces, Bobo salió<br />

corriendo <strong>para</strong> contarles a sus amigos lo que había visto.<br />

Al día siguiente se pusieron a maquinar cómo arrebatarle el fuego al<br />

caimán sin quemarse ni convertirse en comida de los reyes <strong>del</strong> agua. Tendría<br />

que ser cuando este abriera <strong>la</strong> bocota <strong>para</strong> reír.

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