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Después durante unos 25 minutos di una charla en
francés sobre lo que había leído el profesor. Este fue el primer
examen exitoso. Por supuesto, que yo me extendí
todo lo posible sobre aspectos de fabricación y utilización
de lentes, prismáticos, etc.
La escuela. El nivel era elevado y recuerdo como cosas sobresalientes
las asignaturas de Electrotecnia, Centrales,
Redes, Metrología y Laboratorio.
Es necesario señalar que para obtener el título de ingeniero
electricista, era preciso, teniendo en cuenta los estudios
en España, aprobar el curso final de la carrera y la
reválida de toda la carrera.
Obviamente para llegar al examen final con total preparación
y lucidez era imprescindible un permanente esfuerzo
de concentración.
El curso se componía de dos periodos de cinco meses
y medio cada uno, en los cuales había además que rendir
los exámenes de reválida de toda la carrera. Fue realmente
un esfuerzo tremendo el que tuve que hacer, fue en
todos los sentidos un desafío total.
Hubo dos hechos que me situaron enseguida en la primera
fila del curso: una preparación en matemáticas y
electrotecnia superior a la de los demás alumnos belgas y
el informe que presenté en la clase de metrología sobre la
medida de una pila eléctrica de un voltio empleando un
galvanómetro balístico con brazos telescópicos de 2 m y
espejos en los extremos, aplicando las medidas y deduciendo
los errores probables por medio de la teoría de
mínimo cuadráticos.
En las clases de electrotecnia me gané enseguida el aprecio
de Mr. Challe y en la de metrología el de Mr. Plenveau.
Al final de curso, presenté el proyecto de un autotransformador
de tensión variable, donde apliqué una
valiosísima documentación que había obtenido en los
Ateliers de Charleroi.
Los exámenes. Los exámenes del curso se iban desarrollando
mensualmente de forma que cuando llegó el
final, yo ya me consideraba bien situado para aprobar.
En los últimos días de julio se celebraron los exámenes
de reválida, que se hicieron en un tribunal de seis profesores
ajenos a la ETSE.
Con toda solemnidad después de un breve discurso
del director, procedieron a proclamar el nombre de los
candidatos alumnos que habían sido declarados aptos en
los exámenes de reválida entregando a continuación los
títulos correspondientes.
Ciertamente cuando el Secretario del Ministerio de
Educación Nacional dijo:
“Nº Un. Mr. Aguilera et Grand Distinction”, sentí una viva
emoción.
entrevista
Una hora más tarde puse un telegrama a Ersilia con
esta buena noticia, se acabó aquella empresa en la cual
había obtenido el título de ingeniero electricista después
de tantos años de preparación.
A los dos días regresé a España con una alegría inenarrable.
Muchas veces sueño con aquellos días de tremendo
esfuerzo, otras veces me despierto pensando que aquello
no es verdad.
Hoy después de 50 años, veo que aquel esfuerzo fue
muy útil pero también que fue algo irrepetible.
Al día siguiente de llegar (29 de Julio), me presenté en
la ETSII, hablé con el secretario del Jefe de Estudios Abelardo
Martínez de Lamadrid y le expliqué lo que había
hecho en Bélgica y en España, me animó a que presentase
el expediente y pidiese el acceso a la ETSII.
Durante seis meses, una junta formada por tres catedráticos
de las escuelas de Madrid, Bilbao y Barcelona presidida
por el director de Madrid D. Manuel Soto, examinó
la documentación y me aprobaron el acceso a la ETSII, debiendo
superar para obtener el título de Ingeniero Industrial,
el examen de unas 20 asignaturas que consideraban no suficientemente
estudiadas o ajenas a los estudios anteriores.
Estaba ya dentro de la Escuela y en el camino para ser
pronto Ingeniero Industrial.
Una vez más me puse en casa a estudiar con todo entusiasmo.
La convalidación y entrada en la ETSII fue en
marzo de 1959, ya en junio de 1959 aprobé tres asignaturas:
Ferrocarriles, Industrias Textiles y Cinematografía.
Fue aquel, un tiempo en que estudiaba sentado, de
pie, tumbado y en muchas ocasiones de rodillas.
En un año y medio había superado todas las asignaturas,
quedándome a finales de septiembre solamente el
proyecto final de carrera.
Con todas las asignaturas lectivas aprobadas, me consideré
Ingeniero Industrial y me puse a trabajar en Bronswer
Española. A finales de noviembre entregué el proyecto
con la máxima calificación: 20 / 20.
Abelardo Martínez de Lamadrid, catedrático de Hidráulica
y Turbomáquinas, era secretario y jefe de estudios
de la ETSII de Madrid, mostraba una verdadera preocupación
por los problemas humanos de los alumnos especialmente
de los casados.
Fue uno de los que examinó mi expediente. En los últimos
cinco años hubo cuatro casos similares al mío, entre
ellos, el de Rafael Heredia, que fue catedrático de la ETSII
de Madrid. Desde el primer momento trataba de ver si había
en el candidato un Ingeniero y nos trataba de igual a igual.
Daba las mayores facilidades para examinarse en
cuanto a horas y días, y obligaba a los profesores a adaptarse
a los alumnos en condiciones especiales como era el
caso de los casados trabajando.
noviembre - diciembre COIIM 7