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PAGINA 46 | INFANCIAS<br />

“Cuando dibujaba me<br />

gustaba narrar historias”<br />

Miguel Harte recuerda su niñez<br />

Por Iván Calmet<br />

Mi primer recuerdo con el arte ti<strong>en</strong>e que ver con el misterio<br />

y lo prohibido. Mis viejos t<strong>en</strong>ían guardada la colección<br />

de “La Pinacoteca de los G<strong>en</strong>ios” (Editorial<br />

Codex) <strong>en</strong> un ropero. Me llamaba la at<strong>en</strong>ción porque era como<br />

un secreto. Me s<strong>en</strong>tía muy atraído por los cuerpos desnudos<br />

o las situaciones que suponía eróticas de esas imág<strong>en</strong>es.<br />

No sabía que se trataba de pinturas. Mantegna era trem<strong>en</strong>do,<br />

me pegaba su “Cristo muerto” y su “Martirio de San Sebastián”.<br />

También la “Alegoría de la Primavera” de Boticelli. Me<br />

mataba el detalle de la ramita que una mujer llevaba <strong>en</strong> la boca.<br />

Los iba a ver como si fueran revistas pornográficas. Esas<br />

madonnas prerr<strong>en</strong>ac<strong>en</strong>tistas, sus bebés raros. De esa colección<br />

también recuerdo los libros del Bosco, Brueghel, Giotto y<br />

Lucas Cranach.<br />

En esa, nuestra segunda casa, (<strong>en</strong>tre mis 2 a 8 años) habría<br />

colgados unos cuadros de pintores realistas pop de la época,<br />

de colores vibrantes y alegres con jóv<strong>en</strong>es tomando sol <strong>en</strong> pi -<br />

letas o con pasillos metafísicos, <strong>en</strong>tre otros. Algui<strong>en</strong> se los había<br />

prestado a mi viejo, o tal vez eran de la galería que él tuvo<br />

<strong>en</strong> el 66 o 67. Yo t<strong>en</strong>dría 5 o 6 años. (Pablo) Súarez dice<br />

que recuerda haberme visto alguna vez ahí. Yo sólo recuerdo<br />

un piso grande de madera. La galería se llamaba Vignes y supongo<br />

que era parecida a la vieja galería Van Riel, con piso<br />

de madera y techo altos. Laburaban <strong>en</strong> paralelo con el Di Te -<br />

lla, al servicio de experi<strong>en</strong>cias y <strong>en</strong> la promoción de artistas.<br />

Inauguró con una clausura municipal por inmoralidad o algo<br />

así. Como nunca v<strong>en</strong>dió nada se fundió. Duró un año y medio.<br />

Allí expusieron, <strong>en</strong>tre otros, Federico Peralta Ramos, Berni,<br />

Suárez , Jacoby, Carreira, Bonny y Emilio R<strong>en</strong>art. Era la<br />

época <strong>en</strong> la que se abandonaba la pintura y el objeto, como<br />

<strong>en</strong> el caso de Pablo.<br />

El arte contemporáneo me resultaba muy natural, <strong>en</strong> cambio<br />

el tradicional o antiguo era el prohibido, el que se escondía<br />

debajo de los zapatos (risas). A casa v<strong>en</strong>ía un tipo que me llamaba<br />

la at<strong>en</strong>ción, estaba loco, y le traía a mi viejo dibujos<br />

geométricos hechos con birome de colores sobre papel de<br />

diario. Sin querer me fui haci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> ese ambi<strong>en</strong>te.<br />

A mis viejos les gustaba hacer reuniones y fiestas, nuestra casa<br />

era linda, t<strong>en</strong>ía una vista g<strong>en</strong>ial. Con Pilu, mi hermana, recordamos<br />

fiestas de disfraces que curtíamos a escondidas<br />

bajo la mesa. Me acuerdo que <strong>en</strong> el living después aparecía<br />

durmi<strong>en</strong>do destapado, <strong>en</strong> calzoncillo rojo y con el culo para<br />

arriba, un ridículo que se llamaba Mariani. Era poeta. Años<br />

más tarde jugué con él infinidad de partidas de ajedrez <strong>en</strong><br />

Santa Teresa, Río de Janeiro. Pero recuerdo <strong>en</strong> mi niñez haberlo<br />

visto también <strong>en</strong> la TV haci<strong>en</strong>do de Robinson Crusoe<br />

para una publicidad de aceite Siete Dias, navegando por el río<br />

<strong>en</strong> una balsa <strong>en</strong>tre los mismos juncos donde pasábamos<br />

nuestros veranos, a un par de cuadras de casa.<br />

Hasta los ocho años viví <strong>en</strong> el bajo de Acasusso, <strong>en</strong> la calle<br />

Martín Coronado. Un lugar muy tranquilo. T<strong>en</strong>íamos mucha libertad<br />

y mucho contacto con el río. Andábamos por los baldíos,<br />

por las villas de pescadores, por las vías abandonadas<br />

y jugábamos a la pelota <strong>en</strong> la calle con unos chicos del S.I.C.<br />

(club de rugby de San Isidro). Yo creo que era el único hincha<br />

de River. Los demás eran de Boca.<br />

Enfr<strong>en</strong>te de casa, para abajo, t<strong>en</strong>íamos dos amigos muy humildes,<br />

el Rúb<strong>en</strong> y la Graciela, que vivían <strong>en</strong> una casita de<br />

chapa con olor a kerosén. Su padre sería algo así como un<br />

colectivero. T<strong>en</strong>ían un monito y un jardín muy grande con<br />

una parra.<br />

Y arriba, <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>te, los amigos eran H<strong>en</strong>ry y Caroline, hijos de<br />

diplomáticos ingleses. Y t<strong>en</strong>ían de todo.<br />

Nuestro jardín era un barranco muy largo de 70 metros de terr<strong>en</strong>o<br />

salvaje, con recovecos y escondites.<br />

Éramos tres hermanos seguidos y después v<strong>en</strong>ían dos<br />

chiquitos. Ahora somos seis, de los cuales uno es medio<br />

hermano.<br />

Mi padre no estaba nunca <strong>en</strong> casa, parece que se la pasaba<br />

<strong>en</strong> el Moderno o <strong>en</strong> Bárbaro, y gracias a mi mamá, que lo <strong>en</strong>cubría,<br />

quedaba ligado siempre con la diversión.<br />

Me crié también, a partir de los seis, con mi abuela paterna<br />

que era pintora copista. Recuerdo el olor a óleo del cuarto<br />

donde ella pintaba y yo dormía a la noche. Con ella apr<strong>en</strong>día<br />

a dibujar y veía libros de Gauguin, Manet , Van Gogh. Íbamos<br />

a la estación Devoto a dibujar tr<strong>en</strong>es, me <strong>en</strong>cantaba hacerlos<br />

<strong>en</strong> perspectiva. Me gustaba armar esc<strong>en</strong>as con muñequitos,<br />

como hago actualm<strong>en</strong>te con mi obra. Me fascinaba el Cine<br />

Graf de un amigo con el que él hacía sus propias películas de<br />

ci<strong>en</strong>cia ficción.<br />

Mi madre vi<strong>en</strong>do que todo eso me copaba, empezaba a proveerme<br />

de lápices, y después de colores. La pintura vino más<br />

tarde, a los diez, <strong>en</strong> Mar del Plata (allí cumplí los ocho años).<br />

Y fui del impresionismo al surrealismo. Pablo me daba consejos<br />

técnicos, académicos y ridículos que me confundían.<br />

Decía que los colores talos no se podían mezclar con otros<br />

colores. Pero también empecé a escuchar cosas realm<strong>en</strong>te<br />

mucho más interesantes, apasionadas y estimulantes. Por un<br />

lado a Pablo le gustaban Caravaggio y los románticos y por<br />

otro Molina Campos y Berni, a qui<strong>en</strong>es también apr<strong>en</strong>dí a<br />

querer. También conocí a Lacámera y a Gramajo Gutierrez.<br />

En la segunda casa que vivimos <strong>en</strong> Mar del Plata yo t<strong>en</strong>ía una<br />

habitación para mí solo. Fue un cambio muy importante ya<br />

que a difer<strong>en</strong>cia del resto de mi familia yo era muy obsesivo<br />

con el ord<strong>en</strong>. Esa casa de vacaciones tipo colonial v<strong>en</strong>ida a<br />

m<strong>en</strong>os, era de mi otra abuela (una pianista apasionada). Ahí

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