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38<br />

DEL CRIMEN DE<br />

LA LAVADORA AL CAOS<br />

Un violador y asesino pide que no le dejen salir de prisión, pero no le hacen caso. Fue<br />

condenado a cuarenta y seis años de cárc<strong>el</strong> por <strong>el</strong> «crimen de la lavadora» en 1988. Abusó<br />

de una niña de 12 años y metió su cadáver en una vieja máquina de lavar. Jesús<br />

Hernández, de 52 años, responde ahora de los presuntos abusos sexuales a otra niña, en<br />

agosto de 2004, en Miraflores de la Sierra. Él ya lo había advertido, pero la ley no tiene<br />

solución <strong>para</strong> casos como este. Nadie paga por los grandes d<strong>el</strong>incuentes que vu<strong>el</strong>ven a<br />

reincidir.<br />

En la historia criminal española se repiten los episodios en los que un violador y asesino<br />

de menores es puesto en libertad y vu<strong>el</strong>ve a secuestrar y matar a otro niño. También hay<br />

violadores que piden a gritos la castración química, pero se les ignora. No está previsto en<br />

nuestro ordenamiento jurídico.<br />

El sumario juzgado en la Audiencia de Madrid corresponde a un individuo que en Las<br />

Palmas de Gran Canaria llevó a cabo un esp<strong>el</strong>uznante hecho de sangre en la persona de<br />

una niña de 12 años, que sorprendió en la puerta de su casa, la obligó a subir a su alcoba,<br />

la sometió a todo <strong>el</strong> recital de hechos aberrantes que son propios de un d<strong>el</strong>incuente<br />

sexual y luego la mató de una cuchillada. Una vez que había escondido su cuerpo en la<br />

lavadora, avisó a los padres de la niña y se entregó. Curioso comportamiento <strong>el</strong> de Jesús,<br />

que se declara alcohólico, se reconoce como enemigo público y afirma que no puede estar<br />

su<strong>el</strong>to. Quiere volver a la cárc<strong>el</strong> porque fuera de su c<strong>el</strong>da dice que todo se vu<strong>el</strong>ve caótico y<br />

no puede reprimir sus impulsos. La niña de Las Palmas y la de Miraflores saben cómo se<br />

las gasta. Esta segunda sufre, según los expertos, estrés postraumático crónico, que es lo<br />

que padecen los soldados tras una larga temporada en <strong>el</strong> frente. Jesús, que es <strong>el</strong> que sin<br />

duda sabe más de lo suyo, no ha sido escuchado. En tiempos escribía a su abogado cartas<br />

en las que decía que un tipo como él no debe salir nunca de la prisión. Era consciente d<strong>el</strong><br />

riesgo. Pero solo cumplió dieciséis años de los cuarenta y tantos a los que fue condenado<br />

y lo dieron por bueno.<br />

Fuera, en la ciudad alegre y confiada, no se tomaba nota mientras se marchaba hacia <strong>el</strong><br />

caos. Simplemente no se sabe qué hacer con gente así <strong>para</strong> la que la prisión no es más<br />

que una nevera en la que sus instintos quedan cong<strong>el</strong>ados: dentro no hay objetivo al que<br />

atacar y por tanto <strong>el</strong> impulso latente se retoma en cuanto salen. Ellos son los primeros en<br />

saberlo, incluso algunos lo advierten, sin resultado, como si su grito se perdiera en <strong>el</strong><br />

vacío.

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