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NIEVE EN JULIO<br />
Solo en una sociedad que no considera p<strong>el</strong>igrosa la droga más p<strong>el</strong>igrosa puede darse <strong>el</strong><br />
establecimiento de un servicio a domicilio donde los cam<strong>el</strong>los te llevan la dosis a casa con<br />
un pequeño suplemento. Esta clase dominante, que persigue <strong>el</strong> tabaco hasta criminalizar<br />
al fumador, ha hecho d<strong>el</strong> cocainómano un consumidor glotón y acomodado. Conozco<br />
fumadores que jamás habrían caído en <strong>el</strong> vicio si tuvieran que comprarlo en <strong>el</strong><br />
hipermercado de la guarrería, entre <strong>el</strong> barro, los yonquis y los guardias. Antes prefieren<br />
dejar de echar humo.<br />
Con <strong>el</strong> mismo síndrome, los cocainómanos han encontrado una fórmula de t<strong>el</strong>e exprés<br />
<strong>para</strong> llevarte <strong>el</strong> gramito a casa de forma casi instantánea, gracias al sentido comercial de<br />
Pepe, <strong>el</strong> Gordo, que tenía a media familia de repartidores y la previsión de tratar<br />
directamente con los colombianos. Los policías que buscaban a los Miami han dado de<br />
casualidad con <strong>el</strong>los quitándoles la originalidad de su negocio. Lo tenían tan bien montado<br />
que aparcaban coches como almacenes a la puerta de las mejores discotecas o en los<br />
barrios de más tronío, como <strong>el</strong> de Salamanca, al que llaman la Milla de Oro. Prácticamente<br />
cuando la famosa de turno, <strong>el</strong> abogado o <strong>el</strong> médico, <strong>el</strong> empresario o <strong>el</strong> periodista echaban<br />
mano d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>éfono móvil, ya estaba la entrega dispuesta <strong>para</strong> consumir en casa d<strong>el</strong> cliente.<br />
La rapidez como bandera.<br />
La sociedad española d<strong>el</strong> siglo XXI se ha acostumbrado a la nieve en pleno julio y las<br />
necesidades le llevan a un sistema <strong>para</strong> los que no pueden esperar. ¿O sería mejor decir<br />
<strong>para</strong> los que no pueden perder tiempo? El promotor de este negocio que imita la comida<br />
oriental o la entrega de pizzas requiere de una enorme profesionalidad: los que reparten<br />
no la catan. Por cierto, que todo se descubrió en la indagación de Catalin Stefan, Cata, de<br />
30 años, un rumano muerto en <strong>el</strong> centro de Madrid, a los pies de la discoteca Heaven, en<br />
la plaza de Isab<strong>el</strong> II. El agresor, llamado <strong>el</strong> Cuchillos, le mató a tiros y barrió la calle<br />
llevándose por d<strong>el</strong>ante a un joven de la familia Rojas Marcos.<br />
Una más de las muertes violentas que pueblan la madrugada. Los rivales de las bandas<br />
reclaman su espacio y liquidan tanto inocentes como culpables. En estos enfrentamientos<br />
caen tanto los grandes traficantes como los repartidores. El único que se salva es <strong>el</strong> cliente<br />
que seguramente encuentra otro «cam<strong>el</strong>lo volador» que le traiga <strong>el</strong> producto recién<br />
cortado sin experiencias desagradables. La policía ha retirado <strong>el</strong> servicio, se ha llevado los<br />
cam<strong>el</strong>los al desierto d<strong>el</strong> trullo donde estarán a pan y agua, pero los consumidores<br />
encontrarán otros que les llenarán sus necesidades. Que no se engañe nadie, descubierto<br />
<strong>el</strong> nicho, llegaron los destructores de paro en una actividad donde no hay <strong>para</strong>dos.