El cadáver de la madre presentaba un enorme boquete en la cara resultado de haber recibido un impacto casi a bocajarro. Debió morir enseguida. Se supone que poco después <strong>el</strong> muchacho salió corriendo <strong>para</strong> avisar de lo ocurrido. En toda investigación criminal <strong>el</strong> testigo que encuentra <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito pasa a ser un personaje esencial. La edad d<strong>el</strong> joven, que lo sitúa en <strong>el</strong> campo de acción de la ley, por muy poco, puesto que si en <strong>el</strong> momento de los hechos hubiera tenido un segundo menos de los 14 años, habría entrado en la completa impunidad, incluso si se demostrara que dio muerte con la intención de matar, ha hecho que sea puesto a disposición d<strong>el</strong> juez de menores d<strong>el</strong> juzgado número 2 de Granada, quien dispuso su internamiento en un centro de régimen cerrado, en Almería, por la presunta participación en <strong>el</strong> homicidio. El exquisito trato que han desarrollado las fuerzas policiales en la indagación de este caso queda plasmado por la forma en la que los agentes protegían al chico ocultando su rostro con una capucha y sujetándole amorosamente la cabeza con <strong>el</strong> fin de librarlo de la funesta publicidad. Pese a la gravedad de la sospecha, <strong>el</strong> presunto puede pasar pronto a un régimen de vigilancia semiabierto o incluso quedar bajo la tut<strong>el</strong>a d<strong>el</strong> padre u otro familiar directo. En tanto recibirá cuidados psicológicos en <strong>el</strong> centro de menores, donde solo puede estar seis meses, que como mucho podrían extenderse a otros tres, debiéndose c<strong>el</strong>ebrar en ese plazo la vista d<strong>el</strong> caso. En asuntos similares en <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo, aunque la legislación cambia, se tiene comprobado que <strong>para</strong> resultar autor de un hecho de estas características, a tan corta edad, hay que atravesar dos fracturas: la primera, la d<strong>el</strong> respeto familiar, en la que <strong>el</strong> hijo se levanta contra los padres; y la segunda, cuando se salta a la torera <strong>el</strong> temor a la sociedad. El chico que hace algo parecido sabe perfectamente <strong>el</strong> poder de las armas de fuego. Así como dónde se guardan, si es que las hay en la casa, y cómo encontrar la munición, porque deben estar descargadas. En la mayoría de los hechos estudiados, <strong>el</strong> joven agresor resulta hábil y un auténtico experto en <strong>el</strong> manejo. Hay que saber cargar, apuntar y dis<strong>para</strong>r; incluso en un disparo a quemarropa. En la casa donde sucedió la tragedia se guardaban, según fuentes de la investigación, media docena de escopetas a las que ahora se les van a practicar distintas pruebas <strong>para</strong> saber con certeza cuál de <strong>el</strong>las pudo ser la causante de la muerte. Sobre <strong>el</strong> móvil que habría provocado <strong>el</strong> disparo se maneja la posibilidad de que se trate de un ataque de ira, ante la amenaza de la madre de prohibirle salir, debido a un presunto mal comportamiento que le habría originado recriminaciones familiares y problemas escolares. Mariano Rajoy ha prometido endurecer <strong>el</strong> trato de la ley d<strong>el</strong> Menor <strong>para</strong> casos especialmente graves o multirreincidentes, así como rebajar la edad penal a doce años, en ocasiones especiales. Sin duda, de confirmarse la autoría que aquí se investiga, entraría por derecho propio entre los asuntos a reformar. En la actualidad, un homicida de 14 años, incluso aunque se le pruebe alevosía, es decir, que esté inserto en un asesinato, puede escapar con cuatro años de reclusión y libertad condicional, eso si es que por buena
conducta no se le reducen. La actual ley d<strong>el</strong> Menor permite, entre otras cosas, que las bandas de adultos utilicen a los chicos <strong>para</strong> los d<strong>el</strong>itos más graves, puesto que son capaces de cometerlos y apenas pagan por <strong>el</strong>lo. También es cosa sabida que la mayoría de los niños violentos conocen que la ley les garantiza un pequeño castigo hagan lo que hagan. Incluso si matan a su propia madre.
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