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que buscar por otro lado.<br />
Por reducción al absurdo, <strong>el</strong> único gran culpable de esta conmoción epidérmica que ha<br />
dejado como racista en medio mundo a la nación española es <strong>el</strong> vídeo; y solo él. Sí,<br />
señores, las imágenes de las cámaras de seguridad son las únicas responsables, porque,<br />
sin duda, este vídeo es xenófobo, sin contemplación ni paliativos. En él, una persona<br />
desprotegida, huérfana de ayuda, en presencia de otro pasajero, inmovilizado por la<br />
sorpresa, es víctima de una acción injustificable, repugnante en sí misma, de indudable<br />
factura racista, que tiene como meta <strong>el</strong> rechazo de ciudadanos por <strong>el</strong> color de su pi<strong>el</strong> o su<br />
procedencia geográfica. Es decir, que <strong>el</strong> video sí es racista y su difusión nos deja en mal<br />
lugar.<br />
Establecida la situación, es mucho más fácil pechar con los retrasos y titubeos de la<br />
justicia, que tiene que repetir la jugada en <strong>el</strong> plazo largo de los días, sin descubrir hasta<br />
que pone en marcha la moviola que <strong>el</strong> chico no es que la tenga tomada con los<br />
ecuatorianos, sino que tiene una avería en las meninges. Por tanto, hay que entender que<br />
esté trastornado, pero su<strong>el</strong>to, porque al fin la cosa no es tan grave, ya que no hay sangre,<br />
por esta vez. El presunto autor puede ponerse a disposición de las t<strong>el</strong>evisiones que lo<br />
reclamen y explicar a todos su triste infancia que puede mover a llanto, e incluso tras esta<br />
cortina de lágrimas, esconder la auténtica motivación de un tipo muy joven con mucho<br />
odio.<br />
Gracias a la reflexión y <strong>el</strong> cuidado que hemos observado en esta d<strong>el</strong>icada introspección<br />
hemos conseguido la almendra de la solución: <strong>el</strong> único problema no es <strong>el</strong> racismo, porque<br />
«¡No somos racistas, neng!», sino que tenemos un empacho de imágenes grabadas. La<br />
claridad de la secuencia muestra a un individuo violento como gran p<strong>el</strong>igro social. Que<br />
todo esté tan claro con la objetividad de la cámara sí que es un verdadero problema <strong>para</strong><br />
la política y la justicia, porque <strong>el</strong> vídeo no admite interpretaciones. «¡Se trata de un vídeo<br />
racista, neng!». Pero <strong>el</strong> racista solo es <strong>el</strong> vídeo.