La fuerza del natural - AMPA Severí Torres

la prevención necesaria;
orden tienen mis criados,
y vendrán a ejecutarla
en yéndome yo. En la corte
se enmendara su ignorancia.
CARLOS. ¿Qué hablará el Duque a mi padre?
ROBERTO. Señor, quien serviros trata,
Sólo obedecer le toca.
DUQUE. ¿Dónde está Julio?
ROBERTO. Aquí anda.
DUQUE. Llamadle.
ROBERTO. Carlos, aprisa,
Llama a Julio.
CARLOS. Él te escuchaba.
ESCENA VIII.
JULIO, GILA.-DICHOS.
JULIO. Desto he de perder el seso.
ROBERTO. ¿Julio?
JULIO. Sí, pero sin siega.
ROBERTO. Que el Duque te llama; llega.
JULIO. Pues ¿qué se me da a mí deso?
DUQUE. ¿Qué dices?
JULIO. Vuestra presencia
no es cosa.
DUQUE. Pues ¿qué has tenido?
JULIO. Estoy yo muy ofendido.
DUQUE. ¿De quién?
JULIO. De vuesa insolencia.
Traéis gentes importunas,
que nunca comen, por Dios;
ni os entiendo, pues de vos
siempre me quedo en ayunas.
DUQUE. Pues ¿te falta que comer?
ROBERTO. No le ha faltado jamás
JULIO. Sí, que aunque haya, falta más;
que siempre más puede haber.
ROBERTO. (Aparte)
¡Qué necio!
JULIO. Venga acá, diga:
¿Qué ha de haber, siendo bambolla,
para seis con una olla
que es menor que una barriga?
DUQUE. (Ap.) Que esto hace el trato imagino.
JULIO. Cuando no hay bien que almorzar,
me voy a descalabrar
al muchacho del vecino;
y porque no se desangre
me llama...
DUQUE. ¿A qué?