La fuerza del natural - AMPA Severí Torres

materia al juego. (Ap. Con esto
diré lo que amor desea)
y sea Aurora discreta
quien le juzgue, pues atentos
la adoran los elementos,
y no está a afectos sujeta.
AURORA. Yo, aunque el juego no elegí,
me encargo de su razón.
CARLOS. Cuidado pues y atención.
JULIO. Mas ¿que no me coge a mí?
AURORA. Dédalo, artífice grande,
que dio admiración al tiempo,
pues de la naturaleza
suplió el poderoso peso,
para huir de la prisión
en que Mínos le había puesto
a él y a Ícaro, su hijo,
ingeniosamente diestro,
para volar en sí mismo
halló un nunca usado medio.
Unas alas se compuso,
y gozando el privilegio
que gozan las aves...
CAMILA. Aire.
Y la razón decir quiero
de no haber podido errarme
dentro de mi propio afecto.
Una dicha que tenía
mi fe, y lograr presumió,
la fortuna la mudó
solamente por ser mía;
y así el errar no me alcanza,
porque en aqueste desaire
diste mi esperanza al aire,
y voyme tras mi esperanza.
DUQUE. Bien cumplió.
JULIO. Mas ¿que no caigo
yo en quince años y medio?
DUQUE. Prosigue el juego.
AURORA. Prosigo
los dos, con vuelo ligero,
a la fuga se entregaron;
mas Dédalo, más atento,
iba cerca de la espuma.
JULIO. Vino.
CARLOS. Agua has de decir, necio.
AURORA. Erraste; di la razón
que tuviste para el yerro.
JULIO. No os parezca desatino,
que bien la razón se fragua;