La fuerza del natural - AMPA Severí Torres

las prudentes diligencias.
Yo estoy ya tan despechado,
que mudar consejo es fuerza,
y darle Aurora a Alejandro,
por la grande conveniencia
que se le sigue a mi estado.
CARLOS. (Aparte)
Y a mí la injusta sentencia
de muerte en su casamiento.
DUQUE. Que, aunque es preciso que sienta
destituir a mi hijo
del estado y la grandeza,
su incapacidad es tanta,
que ya, Carlos, será fuerza
ponerlo en ejecución,
de toda el alma en ofensa.
CARLOS. Señor... (Ap. Válgame la industria,
suspenda así mi cautela,
aunque sea un breve instante,
la muerte que el alma espera).
Digo, Señor, que hallé a Julio
hoy (no hay quien su ingenio entienda)
escribiendo para Aurora
un papel; y aunque no muestra
en él muy vivas razones,
por lo menos son atentas,
y sin aquellos delirios
que suele decir sin rienda,
que con achaque de lerle,
por ver si acaso os alegra,
se le tomé. Aquí le traigo.
(Ap. Y con tal arte dispuesta
su nota, que hace a mi amor
dividido en dos sentencias;
de su letra está, que yo
le obligué que le escribiera).
DUQUE. Mucho me holgara de verle;
pero, pues Aurora llega,
yo mismo he de ser tercero
de mi gusto y de su enmienda.
Y de hacer, como por burla,
que de su razón infiera
que está Julio como corregido;
que en cierto modo se afrenta
mi educación y cuidado
de su ignorancia grosera.
ESCENA II.
AURORA.-DICHOS.
AURORA. (Ap. al salir).