La fuerza del natural - AMPA Severí Torres

Y perdonadme que os hablo
En esto, que mi razón
es tanta, que ya turbado.
mi decoro, solicita
salir en quejas al labio.
Yo renuncio grandeza,
yo, Señor. no quiero estado,
que costándome la vida,
es rigor, y no agasajo.
Y aun el morir fuera dicha,
porque viviera penando
con Julio, y fuera mi vida
un tormento dilatado.
Perdonadme que así os hable;
que esto es, Señor, explicaros
mi razón; que aunque yo muera
a manos de rigor tanto,
si vos gustáis de mi vida,
libre sacrificio os hago.
DUQUE. No, Aurora; ya yo me rindo,
y sólo de darte trato
esposo que te merezca
con repetidos aplausos.
Y así, Aurora, determino
hacer que le des la mano,
pues que nadie te merece
como es el Duque Alejandro.
El prendas iguala
la grandeza de tu estado,
y es fuerza que tu elección
no se arriesgue en este caso.
Suceda a Julio en la dicha,
ya que el cielo, por mi daño,
le quitó, con el discurso,
la ventura de tu mano.
¿Qué dices? ¿No me agradeces
mucho el haberte librado
de Julio, quizá a pesar
de mi amor y de mis años?
¿Qué te suspende?
AURORA. Señor,
a vuestro gusto consagra
mi vida (Ap. ¡Ay amor! ¿qué quieres?
Aparta del pecho a Carlos);
Mas si he de decir verdad,
ya que a Julio no le he dado
la mano por hijo vuestro,
quisiera estimarle tanto,
que no me llamara ajena,
ya que suya no me llamo.