La fuerza del natural - AMPA Severí Torres

por vos.
AURORA. Vuestras osadías
me ofenden. (Ap. ¡Qué mal me aliento!)
CARLOS. Pero, pues os disgustáis,
no os lo diré ni por pienso.
AURORA. No es gala ser atrevido.
CARLOS. Y ¿es justo vivir muriendo?
AURORA. Lo mejor será dejaros.
CARLOS. Amaros no es ofenderos.
AURORA. El amarme, no; el decirlo
es osado atrevimiento.
CARLOS. Luego ¿bien podré adoraros
dentro acá de mi silencio?
AURORA. Eso mal puedo estorbarlo.
CARLOS. Mi amor no saldrá del pecho.
Y eso ¿es callarlo o decirlo?
CARLOS. Esto es, Aurora, estar ciego.
AURORA. Eso es, Carlos, estar loco;
y así, para loco os dejo.
CARLOS. ¡Ah, mal haya mi humildad!
AURORA. (Aparte)
¡Ah, mal hayan mis respetos!
Jornada tercera.
Salón del palacio.
ESCENA I.
CARLOS, EL DUQUE.
DUQUE. Carlos, ya has visto y notado
de Julio la poca enmienda
y que el juicio no le avivan,
las causales competencias.
El descuido y el cuidado
le turban; que su dolencia
está sin remedio alguno,
porque aumente yo mi pena.
Un mármol, no solo ardiente
del cincel da blandas señas,
pero al continuado golpe
de la más débil materia.
Sin que le asista el estudio,
sin arte labrar se deja,
y sólo en desdicha mía,
para hacer mayor mi queja,
en Julio se burlan todas