El cristianismo. Esencia e historia - Laicos
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C.II. EL PARADIGMA ECUMÉNICO-HELENISTA DE LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA<br />
sigodos germánicos. ¡Un evento monstruoso, casi apocalíptico! ¡Roma<br />
borrada como centro del Estado y de la administración! Castigo de los<br />
dioses por haberse convertido Roma al <strong>cristianismo</strong>, decían muchos paganos.<br />
Castigo de Dios por la vieja Roma pagana o por lo que de pagano<br />
quedaba aún en ella, decían muchos cristianos. ¿Quién tenía razón?<br />
Pero lo que «Roma» significa ¿no había sido sustituido hacía tiempo<br />
según el sabio plan de la Providencia, precisamente por la nueva, segunda,<br />
ahora cristiana Roma? Así se veía esto sobre todo en Bizancio. Pero<br />
en Occidente se tenía una visión del todo distinta, como comprobaremos<br />
en un contexto posterior (P I1I). Roma ignoraba cada vez más, de<br />
forma consciente, a Bizancio y sus pretensiones. Y los obispos romanos<br />
hacían todo eso para llenar con su propio poder el vacío de poder creado<br />
en Occidente en el caos de la época de las migraciones de los pueblos.<br />
Invocando de forma creciente un «primado» de Pedro, se empezó a<br />
legitimar y también a aprovechar una pretensión de liderazgo de Roma<br />
en la Iglesia y en la política; llegando hasta la recaudación de impuestos.<br />
Era natural que todo esto causara asombro en Bizancio y que se<br />
viera allí comq obstrucción frente a la autoridad imperial, la única legítima.<br />
En todo caso, el entendimiento entre Oriente y Occidente menguaba<br />
sin cesar y comenzaron a disputarse entre sí el derecho de liderazgo<br />
políticó-eclesiástico:<br />
- Desde la vieja Roma se intentaba imponer el principio eclesiásticopapal,<br />
lo que había llevado ya en el sínodo de Sárdica del 342 a una primera<br />
ruptura entre Oriente y Occidente. Pero sólo a finales del siglo v<br />
reclamó un papa como Gelasio I un poder sacerdotal supremo e ilimitado<br />
sobre toda la Iglesia, e independiente por completo del poder imperial.<br />
- En contra, la nueva Roma defendía -con medios a veces tampoco<br />
escrupulosos- el principio eclesiástico-imperial, que, refortalecido en<br />
los siglos VI y VII, se intentó imponer también en Occidente sin admitir<br />
compromisos. Así, los emperadores Justiniano (en la «Disputa de los<br />
tres capítulos», del siglo VI) y Constancio 11 (en la disputa monotelista<br />
del siglo VII), desde la concepción tradicional de su cargo, hacen apresar<br />
a papas renuentes y conducirlos a Constantinopla para imponerles por<br />
la fuerza allí la voluntad imperial tanto en cuestiones dogmáticas como<br />
políticas. ¡Por ningún sitio se percibe ni una huella de una infalibilidad<br />
del papa romano! <strong>El</strong> conflicto se encontraba en vísperas de un primer<br />
punto culminante.<br />
Un gennano como emperador y el cisma de Focio:<br />
Segunda fase (siglos VIII-IX)<br />
¡Traición al imperio, traición al Estado y a la Iglesia!, gritaron muchos<br />
orientales en el siglo VIII. ¿Qué había pasado? <strong>El</strong> papa Esteban II había<br />
viajado a la corte de Pipino, rey de los francos, para hacer que se le<br />
garantizara un Estado eclesiástico (