El cristianismo. Esencia e historia - Laicos
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C.III. EL PARADIGMA CATÓLICO-ROMANO DE LA EDAD MEDIA<br />
en Italia era deplorable. La gran cultura de la Antigüedad se encontraba<br />
en horas bajas y era presa de un olvido creciente; los conocimientos<br />
filosóficos eran mínimos, y era difícil dar en Roma con una persona que<br />
pudiera traducir con perfección textos griegos al latín. También la cultura<br />
literaria se había reducido. Lejos estaba ya el tiempo en que Agustín,<br />
en su escrito De doctrina christiana, tuvo que recomendar, digamos,<br />
como «contrapeso», el estudio de la Biblia a los cristianos en la<br />
época del florecimiento tardío de la formación clásica. Ahora se había<br />
reducido todo al estudio de la Biblia junto con las correspondientes<br />
ciencias auxiliares. Sí, estaba en ciernes una cultura clerical concentrada<br />
sólo en la Biblia y reducida a clérigos y monjes, los únicos que sabían<br />
leer y escribir. Y clérigos y monjes eran también los destinatarios principales<br />
de las interpelaciones de Gregorio, el papa monje. Y, sin embargo,<br />
¿es suficiente todo esto para el surgimiento de una «magnitud» histórico-mundial?<br />
No, algo decisivo tuvo que sumarse.<br />
Comienzo del desplazamiento político de Oriente a Occidente<br />
Por un lado, hay que tener en cuenta que Gregorio, súbdito del emperador<br />
bizantino, cayó en la cuenta durante su estancia en Constantinopla<br />
de que era imposible imponer en Oriente un primado de jurisdicción<br />
romano y de que una rebelión contra el emperador podía ser<br />
castigada en todo momento como alta traición. Por eso pospuso acertadamente<br />
durante siete meses su consagración episcopal hasta que llegó<br />
de Bizancio la conformidad. Porque no sólo el emperador, sino todos los<br />
obispos griegos tenían por obvio que la posición del obispo romano se<br />
correspondía con la de un patriarca oriental. Y Roma seguía siendo desde<br />
el punto de vista jurídico-político una ciudad bizantina con una guarnición<br />
bizantina, y la Iglesia romana era una parte de la Iglesia imperial<br />
justiniana. Y cuál era la suerte política que corría un papa insumiso lo<br />
muestra pocas décadas más tarde el caso de Martín 1, que no se había<br />
puesto en contra de una revuelta antibizantina en Roma. Fue detenido,<br />
depuesto, trasladado a Constantinopla y, tras un gran proceso espectacular,<br />
exilado a Crimea, donde falleció (sucedió otro tanto en la condena<br />
y cruel mutilación de Máximo, llamado más tarde «el Confesor», el<br />
teólogo más importante del siglo VII, favorable al papa).<br />
Pero, por otro lado, también es cierto que Gregorio fue el primer<br />
papa que cayó en la cuenta de las posibilidades de desarrollo y de las<br />
fuerzas creativas de los pueblos germánicos asentados en Europa occidental<br />
desde la segunda mitad del siglo v. Y por eso se extendió su radio<br />
de acción sobre todo hacia el Norte y el Oeste: Gregorio se preocupó:<br />
- de revitalizar (aunque con éxito limitado) la Iglesia en el reino de los<br />
francos, hecho católico ya en el 498-499 bajo Clodoveo,<br />
- del reino visigodo en España, convertido con Recaredo, en el 586,<br />
del arrianismo al catolicismo, y sobre todo<br />
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4. CONSTANTES, VARIABLES Y EL CAMBIO DE ORIENTE A OCCIDENTE<br />
_ de Britania, que llegaría a ser uno de los países más fieles al papa,<br />
después de que Gregorio iniciara allí la misión en el año 597.<br />
Según el dicho del <strong>historia</strong>dor inglés Gibbon, César utilizó seis legiones<br />
para la conquista de Britania; Gregorio, que había confiado a su<br />
discípulo Agustín (el futuro arzobispo de Canterbury) la dirección de la<br />
misión, sólo cuarenta monjes. De hecho, en el siglo VII la nueva Iglesia<br />
anglosajona de orientación romana (con las sedes metropolitanas de<br />
Canterbury y York) pudo imponerse contra ambas Iglesias anteriores<br />
celtas, contra la Iglesia vete ro británica y contra la Iglesia monástica irlandesa,<br />
ambas sin unión jurídica con la Roma papal. Y de Britania procederán<br />
los monjes irlando-escoceses y anglosajones que desde finales<br />
del siglo VI hasta mediados del siglo VIII se encargaron de misionar sobre<br />
todo Alemania y la Europa central, como ya hemos visto.<br />
Así, Gregorio hizo que se rompiera de manera definitiva el estrecho<br />
marco de acción del obispo romano. Y allí donde actuaban sus<br />
misioneros, difundían como cosa evidente la fe cristiana de cuño romano,<br />
la Iglesia romana como fuente y fundamento de esa cristiandad.<br />
Por eso, Gregorio podía dar un trato paternal a los soberanos «bárbaros»<br />
de Occidente, llamarlos «hijos» y darles indicaciones, cosa que<br />
jamás hubiera osado frente al emperador. Porque, como en la Galia y<br />
en España, el primado romano-petrino era reconocido como institución<br />
divina por los anglosajones_ Y las posibilidades de predominio<br />
político dadas aquí llegarán a ser utilizadas cada vez más por el papado<br />
romano en tiempos posteriores.<br />
Por eso, desde el punto de vista histórico es innegable que mediante<br />
la difusión de la fe cristiana de cuño romano el papa Gregorio puso los<br />
cimientos de la unidad religioso-cultural de «Europa»: una Europa compuesta<br />
por Sur, Oeste y Norte. Pero faltaban Grecia y los países del<br />
Este, porque, como se sabe, allí se rechazaba con decisión la fe típicamente<br />
romana de un primado de jurisdicción y de magisterio romano<br />
por voluntad divina. Lo que significa, por el contrario, que cuanto más<br />
terreno perdía el papa en el Este tanto más ganaba en el Oeste y en el<br />
Norte. La incipiente separación de ambas cristiandades se profundizaba<br />
más y más.<br />
¿Gregorio, pues, «padre de Europa»? No, porque Europa es más que<br />
e,l Occidente dominado por Roma. Gregorio, con sus dos raíles de política<br />
eclesiástica, fue un padre espiritual no de Europa, pero sí del nuevo<br />
paradigma, específicamente católico romano, que había sido fundamentado<br />
de forma programática en lo teológico por Agustín y en lo canónico<br />
por los papas León y Gelasio. Mediante sus afanes misioneros, él lo había<br />
trasladado de lo puramente programático para la Europa occidental a la<br />
realidad eclesial. Y ya ahora se hace patente que un cambio de paradigmas<br />
del helenista-bizantino (P 11) al paradigma católico romano (P III)<br />
era inevitable. mra, pues, inevitable también la separación?<br />
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