El cristianismo. Esencia e historia - Laicos
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C.III. EL PARADIGMA CATÓLICO-ROMANO DE LA EDAD MEDIA<br />
nación». Pero ¿es esto compatible con la idea de la bondad de Dios?<br />
Del todo, porque:<br />
- En la salvación de los hombres se manifiesta, dice Agustín, la misericordia<br />
de Dios, que regala la bienaventuranza eterna sin derecho jurídico<br />
alguno (si bien bajo la previsión de los méritos humanos).<br />
- Pero en el rechazo de la gran mayoría de los hombres se manifiesta,<br />
sigue diciendo Agustín, la justicia de Dios, que no quiere el mal, pero<br />
que lo permite (en virtud de la voluntad libre del hombre) y que, así, deja<br />
que la mayoría de los hombres siga su camino a la condenación eterna.<br />
¡Qué gran diferencia con Orígenes y con su doctrina de la reconciliación<br />
universal! Una doctrina terrible que Calvino llevará hasta sus últimas<br />
consecuencias. Surgen contra preguntas.<br />
Contrapreguntas: ¿Represión de la sexualidad?<br />
¿Cosificación de la gracia?<br />
Sin duda, Agustín tiene el gran mérito de haber reorientado con energía<br />
la teología occidental, proclive a la justificación por las obras, al mensaje<br />
paulino de la justificación, que había perdido toda actualidad con la<br />
desaparición del judeo<strong>cristianismo</strong> en el <strong>cristianismo</strong> helenista, y de haber<br />
remitido así a la importancia de la gracia. Mientras que la teología<br />
oriental siguió muy marcada por la impronta joánica y la problemática<br />
paulina de la justificación con sus antítesis a favor del discurso de la<br />
divinización del hombre quedó descuidada de forma mayoritaria, Agustín,<br />
en virtud de sus experiencias vitales y de su profundo estudio de<br />
Pablo, convirtió la gracia en tema central de la teología occidental, y<br />
también en este campo encontró innumerables formulaciones latinas<br />
convincentes. Frente al moralismo bastante extendido en la Iglesia latina<br />
antigua y que se basa en demasía en las prestaciones de la persona,<br />
Agustín muestra cómo todo se basa en la gracia de Dios: «¿Qué tienes<br />
que no hayas recibido?»21. Según Agustín, el <strong>cristianismo</strong> debía presentarse,<br />
pues, no como una religión de obras y de la Ley, sino como una<br />
religión de la gracia.<br />
Pero esta gran prestación de Agustín ha sido alabada con frecuencia<br />
y no es necesario que la destaquemos más. Sí, ni siquiera de forma mínima<br />
se puede honrar aquí esta obra que hace época y todo cuanto Agustín<br />
escribió con inteligencia y profundidad, con brillantez y emoción sobre<br />
el ansia de felicidad del hombre en el mundo, bajo el dominio del pecado<br />
y la soberanía de la gracia, todas las profundas ideas sobre el tiempo y la<br />
eternidad, espiritualidad y devoción, entrega a Dios y alma humana.<br />
Repitámoslo de nuevo: en el marco de nuestro análisis de paradigmas<br />
tiene que tratarse ante todo de elaborar la diferencia que se perfila poco<br />
a poco entre la espiritualidad de cuño helenista y la de cuño latino en el<br />
<strong>cristianismo</strong> y que engendra el vuelco del paradigma veteroeclesial-helenista<br />
al latino-medieval. Por consiguiente, no pueden ocuparnos aquí<br />
306<br />
2. EL PADRE DEL NUEVO PARADIGMA DE LA TEOLOGíA: AGUSTíN<br />
en toda amplitud y profundidad los contenidos teológicos, pero sí los<br />
paradigmáticos cambios de agujas de este gran teólogo, perceptibles en<br />
el Medievo y en su crisis, la Reforma, e incluso en la Edad Moderna. Y<br />
no puede haber la menor duda de que Agustín, que frente al primado<br />
griego de la inteligencia defiende de forma tan impresionante la primacía<br />
de la voluntad, del amor, que osa escribir una frase tan atrevida<br />
como Dilige et quod vis fac «