10.05.2013 Views

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C.III. EL PARADIGMA CATÓLICO-ROMANO DE LA EDAD MEDIA<br />

Iglesia latinos al mismo tiempo anunció el Medievo. Por ser sencillo y<br />

popular, fue más leído que su maestro Agustín, cuya cruda doctrina de la<br />

predestinación suavizó con razón. También Ulrich Wickert, evangélico,<br />

<strong>historia</strong>dor de los dogmas, benévolo con el catolicismo, opina que Gregario<br />

transmitió en una forma más simplificada la gran tradición y que<br />

su mundo conceptual, comparado con el de sus padres intelectuales (sobre<br />

todo Agustín), es «más chato, sombrío, nivelado». «Pero», añade,<br />

«Gregario estaba llamado a ser, a pesar de su mentalidad apocalíptica<br />

provocada por tiempos difíciles, el precursor de un tiempo nuevo»79.<br />

En palabras de un conocedor inglés, le preocupaba «la búsqueda incansable<br />

de lo que no es pasajero»80.<br />

De hecho, si bien su teología escueta y a veces primitiva es objeto de<br />

crítica, su pontificado cosecha reconocimiento. Hasta Harnack se manifiesta<br />

de forma bastante amistosa sobre la personalidad de Gregario.<br />

Dice que Gregario fue un «monje inteligente, enérgico, un hábil político<br />

y un pastor de almas amable y de prestigio»81. Aunque proveniente<br />

de una rica aristocracia senatorial romana y prefecto de la ciudad en los<br />

primeros años de su tercera década de vida, tres años más tarde -como<br />

Agustín- optó por una vida ascética tras haberse convertido. Su palacio<br />

familiar se convirtió en monasterio y en sus latifundios de Sicilia<br />

fundó también monasterios, seis.<br />

La tranquilidad monástica no duró mucho tiempo, pues Gregario,<br />

que no se había hecho benedictino, es nombrado por el papa diácono<br />

regional y finalmente su plenipotenciario (apokrisiar) ante la corte imperial<br />

en Constantinopla, al igual que todo el resto de patriarcas. Pero<br />

aquí se puso de manifiesto el límite del viejo romano Gregario: aprovechó<br />

poco su oportunidad de mediación. En vez de aprender griego durante<br />

su estancia de más de seis años, en esta esplendorosa ciudad del<br />

Bósforo explica a los suyos, con toda clase de aplicaciones morales, el<br />

libro de Job, naturalmente en latín (más tarde, con el título de Moralia,<br />

el manual de moral de la Edad Media). En efecto, se fiaba sólo a medias<br />

de los griegos porque estaba imbuido de la tradicional opinión latina de<br />

que los griegos eran demasiado inteligentes como para ser honrados.<br />

<strong>El</strong> 590 es el año en que Gregario es elegido papa, todavía por la<br />

comunidad; claro que, en realidad, más por el clero y la aristocracia.<br />

Pero este hombre entrado en la cincuentena en modo alguno se convierte<br />

en el aristocrático príncipe de la Iglesia y «papa político» que se<br />

hubiera podido esperar. Aunque si bien en su lápida funeraria figura el<br />

título Consul Dei, Gregario siguió siendo en lo profundo de su corazón<br />

monje y asceta cuya piedad personal, de orientación misionero-pastoral,<br />

enraizaba en la confianza en Dios y poseía al mismo tiempo una<br />

cara interior centrada en el recogimiento y la contemplación.<br />

Por otro lado, Gregario era un obispo de talante muy práctico, bastante<br />

enérgico, que dominaba a la perfección el ya considerable aparato<br />

institucional del papado. Con eficacia y sentido de la realidad adminis-<br />

344<br />

4. CONSTANTES, VARIABLES Y EL CAMBIO DE ORIENTE A OCCIDENTE<br />

tró también los inmensos latifundios, trabajados casi siempre por colonos,<br />

que la Iglesia poseía no sólo en Italia, Sicilia y Cerdeña, sino también<br />

en la Galia, Dalmacia y norte de África. Y supo re organizarlos tan<br />

bien que pudo utilizar sus rendimientos para mitigar la necesidad de la<br />

población y para poner abundantes alimentos a disposición de los habitantes<br />

de Roma, reducida ahora a un distrito miserable de unos 100.000<br />

habitantes y convertida en ciudad de agricultores.<br />

Para evitar una nueva conquista de Roma pagó un astronómico<br />

rescate de 500 libras en oro a los lombardos, paganos aún en su mayoría,<br />

y cuya pareja regia se había hecho católica entre tanto. En todo<br />

orden de cosas, sobre todo en tiempo de guerra y de peste, se desvivió<br />

por el pueblo y por mantener la paz con los lombardos. No es de extrañar<br />

que, por eso, recayera sobre él una responsabilidad respecto de la<br />

administración, finanzas y beneficencia que de suyo formaba parte de<br />

las competencias del exarca imperial. Pero para la población romana de<br />

Italia era Gregario y no el ex arca bizantino la autoridad suprema. Más<br />

aún: mediante su destreza administrativa, Gregario puso en aquellos<br />

tiempos, apocalípticos para él, la base para el poder secular del papado,<br />

poder que en sus días estaba desarrollado aún de forma débil.<br />

Pero este papa, más allá de la política práctica, no olvidó las preocupaciones<br />

por el bien espiritual en la Iglesia. Esto se hace patente de manera<br />

especial en la promoción y protección del monacato. Como Atanasia sobre<br />

Antonio, el padre del desierto, así Gregario escribe ahora en el segundo<br />

libro de sus Diálogos sobre la vida y milagros del poco conocido fundador<br />

y abad de Subiaco y Montecassino, Benito, que gracias a Gregario<br />

se convirtió así en el abad romano y padre monástico ejemplar por antonomasia.<br />

Además -y esto es típico de su mundo de fe- Gregario tejió<br />

<strong>historia</strong>s grotescas y fantásticas sobre milagros y visiones. Pero dado que<br />

tenía un talante pastoral práctico, nada más comenzar su pontificado<br />

presentó el modelo a los jerarcas eclesiásticos con una Regula pastoralis,<br />

una «Regla pastoral» de orientación monástica y extramundana que el<br />

emperador mandó luego traducir también al griego. Este escrito sobre el<br />

pastor de almas ideal estaba llamado a ser para el clero secular lo que la<br />

regla de Benito de Nursia (ca. 480-547) era para la orden.<br />

Más aún: Gregario dedicó también una gran atención al trabajo<br />

cultural, a la biblioteca del Laterano, a la que adornaba una imagen de<br />

Agustín, al cuidado del canto litúrgico, a cuyo fin probablemente organizó<br />

o reorganizó una institución específica denominada más tarde Schola<br />

Cantorum, escuela de canto. Cierto que pertenece al mundo de la leyenda<br />

la afirmación de que él en persona redactó un «sacramentario» e<br />

inventó el «canto gregoriano». Pero esa leyenda fue utilizada con habilidad<br />

en el siglo IX para imponer en el reino de los francos una forma<br />

unitaria del cantus romanus 82 •<br />

Claro que todas estas actividades bienintencionadas no deberían<br />

hacer perder de vista que la situación cultural e intelectual en Roma y<br />

345

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!