10.05.2013 Views

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C.II. EL PARADIGMA ECUMÉNICO-HELENISTA DE LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA<br />

a los Gálatas, citada por nosotros, acerca de la unidad del hombre y de<br />

la mujer. También estuvieron siempre operantes fuerzas que querían limitar<br />

la igualdad de trato de judíos y griegos, de libres y esclavos, de<br />

hombres y mujeres. Esa tendencia terminó por imponerse de forma que<br />

poco a poco incluso las mujeres mencionadas en el Nuevo Testamento<br />

cayeron en el olvido o fueron rebajadas en su significación. Así, en el<br />

Occidente de lengua latina, de la Junia mencionada en la carta a los<br />

Romanos y señalada con el título de apóstol se hizo con el paso de los<br />

siglos un varón llamado «Junías»41. Así, más tarde Tecla de Iconio (no<br />

nombrada en el Nuevo Testamento), discípula de apóstoles, que bautizó<br />

y predicó, fue reconvertida en una asceta retirada 42 . Así, también María<br />

Magdalena, que es presentada en los sinópticos todavía como figura<br />

dirigente entre las mujeres procedentes de Galilea, en el evangelio de<br />

Juan no es ya mencionada como primera de las mujeres que se encuentran<br />

al pie de la cruz, sino que es desplazada por María, la madre de<br />

Jesús 4 \ que, según los evangelios sinópticos, no se encontraba, sorprendentemente,<br />

a los pies de la cruz. Cierto que María Magdalena se convierte<br />

en el evangelio de Juan en la «architestiga de la resurreccióll»44;<br />

después, por eso, es honrada incluso con el título de «apóstol de los<br />

apóstoles»45. Con el paso del tiempo decrecería la voluntad de sacar las<br />

consecuencias'á favor de que las mujeres tienen tanto derecho como los<br />

hombres a predicar el evangelio. Está claro que la cuestión de la posición<br />

de la mujer evidencia una creciente represión de las al principio «democráticas»<br />

y «carismáticas» estructuras vigentes en el comienzo del <strong>cristianismo</strong><br />

y pone de manifiesto un proceso de institucionalización que discurriría<br />

cada vez más de forma favorable a los varones.<br />

Institucionalización: ¿Sucesión apostólica?<br />

Cierto que a la larga era inevitable una institucionalización también en<br />

las comunidades paulinas después de que también en la tradición palestina,<br />

como vimos, se hubiera iniciado ya muy pronto una cierta institucionalización<br />

al tomar del judaísmo el colegio de ancianos y el rito de la<br />

imposición de las manos. Los Hechos de los Apóstoles, de Lucas, en los<br />

años ochenta, y tanto más las aún más tardías cartas pastorales -el eslabón<br />

más importante con el posterior episcopado monárquico- muestran<br />

también para las comunidades paulinas ya un estadio avanzado de<br />

institucionalización (ordenación mediante la imposición de las manos,<br />

pero aún no una distinción entre obispos y presbíteros según ministerio<br />

y títul0 46 ). Esto vale también para la comunidad de Corinto, de una estructura<br />

tan carismática, donde --quizás no sin resistencia (primera carta<br />

de Clemente)- el sistema de presbíteros-epíscopos también comenzaba<br />

a imponerse. Otras comunidades (en el entorno de Mateo o de Juan) exhiben<br />

todavía, sin embargo, hacia finales del siglo 1, estructuras plenamente<br />

«fraternas», de forma que aún a finales de la época neotestamen-<br />

138<br />

2. EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA JERÁRQUICA<br />

taria la no armonizable diversidad de constituciones de la comunidad y<br />

la variedad de acuñamientos de los ministerios de dirección (en parte carismáticos,<br />

en parte ya institucionalizados) es grande, sin abolir la unidad<br />

de las comunidades entre sí.<br />

Había que elaborar, en toda su complejidad, los datos históricos sobre<br />

la base de los textos escriturísticos. Sólo así es posible responder las<br />

cuestiones de carácter más teológico-sistemático. Porque una serie de<br />

problemas parece ahora tanto más insoluble: tras tal resultado históricocrítico<br />

respecto del ordenamiento de la comunidad, ¿cabe aún hablar de<br />

una «sucesión apostólica», de aquella sucesión apostólica en la que se apoyan<br />

hasta hoy jerarcas ortodoxos, católicos y, en parte, también protestantes<br />

para legitimar su autoridad ministerial e imponer sus exigencias<br />

ministeriales? Hay que diferenciar ahí diversos aspectos parciales:<br />

Primer epígrafe: Apostolado. Entre los permanentes servicios a la<br />

comunidad, el apostolado, como hemos comprobado en conexión con<br />

el paradigma judeocristiano, tiene una función fundante de Iglesia e<br />

importancia para la Iglesia de todos los tiempos. Los apóstoles (sólo<br />

por el evangelista Lucas reducidos a los Doce = «doce apóstoles») son<br />

los prototestigos y protoemisarios que anteceden a todos los servicios<br />

eclesiales y a los que, por consiguiente, permanecen obligados la Iglesia<br />

entera y cada uno de los miembros. En efecto, ellos, en su papel de<br />

primeros testigos, han anunciado el mensaje de Cristo, han fundado y<br />

dirigido las primeras Iglesias al tiempo que han cuidado de la unidad<br />

entre las Iglesias. Sobre ellos, pues -junto con los profetas-, está edificada<br />

la Iglesia.<br />

Segundo epígrafe: La «sucesión apostólica» de la Iglesia. En el fondo,<br />

la sucesión no es sólo asunto de determinados jerarcas, sino de la<br />

totalidad de la comunidad de fe y de cada cristiano concreto. Se quiere<br />

decir que la Iglesia en cuanto tal y cada cristiano individualmente tienen<br />

que esforzarse constantemente por la cohesión objetiva con los<br />

apóstoles; en concreto: por la permanente sintonía con el testimonio<br />

apostólico (llegado a nosotros en el Nuevo Testamento) y por la constante<br />

realización del servicio apostólico (edificación de la comunidad y<br />

testimonio misionero en el mundo). La sucesión apostólica es, pues,<br />

ante todo una sucesión en la fe y confesión apostólicas, así como en el<br />

servicio y vida apostólicos.<br />

Tercer epígrafe: La «sucesión apostólica» de los obispos. A la vista<br />

de estas reflexiones de fondo, ¿cómo se puede mantener una «sucesión<br />

apostólica» especial para los obispos? La respuesta histórica tiene que<br />

revestir de principio tonos sobrios: no es posible verificar que los obispos<br />

sean en sentido directo y exclusivo los sucesores de los apóstoles (y<br />

menos aún del Colegio de los Doce). Como prototestigos inmediatos y<br />

protoenviados de Jesucristo, los apóstoles eran por principio insustituibles<br />

e irrepresentables por sucesor alguno. No es demostrable en el<br />

plano histórico una serie ininterrumpida de «imposiciones de las ma-<br />

139

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!