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El cristianismo. Esencia e historia - Laicos

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C.II. EL PARADIGMA ECUMÉNICO-HELENISTA DE LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA<br />

jesuitas y de la autoridad misional pontificia «Propaganda Fide» en el<br />

siglo XVI no se vieran coronados por el éxito? Tampoco tuvo éxito la<br />

correspondencia de dos profesores, Jacob Andreae y Martin Crusius,<br />

que en 1573, por encargo de la facultad protestante de Tubinga, establecieron<br />

contacto a través del predicador de la legación protestante<br />

Stephan Gerlach con el patriarca Jeremías 11 para hacerle llegar por fin<br />

aquella versión griega de la «Confesión de Augsburgo»263. Tampoco<br />

consiguieron convencer al patriarca de la necesidad salvífica de esa doctrina.<br />

Más bien, éste se aferraba, argumentando casi de forma escolástica,<br />

a la tradición ortodoxa -cuya diversa evaluación es «la diferencia<br />

fundamental entre Tubinga y Constantinopla» (D. Wendebourg)264- y<br />

terminó tras tres contestaciones escritas (1576, 1579, 1581) la correspondencia<br />

con la petición de que no escribieran más sobre doctrinas;<br />

en el mejor de los casos, por amistad. Era ya bastante que en Constantinopla,<br />

en las dos últimas décadas de la existencia del imperio bizantino,<br />

hubieran tenido que enfrentarse con la teología de Tomás de Aquino<br />

y con la influencia del pensamiento escolástico.<br />

La concentración de los interlocutores evangélicos en la temática<br />

Escritura y tradición, libre albedrío y gracia, sacramentos y oraciones a<br />

los santos ponía en claro que ellos argumentaban desde un paradigma<br />

(P IV) del todo distinto e incomprensible entonces para la ortodoxia<br />

(tendremos que hablar en detalle de ello). Más tarde, como único de<br />

los patriarcas de Constantinopla, Cirilo Lukaris, ante la amenaza romana<br />

(Unión de Brest), intenta reformar la ortodoxia siguiendo la<br />

doctrina de Calvino. En el año 1629 envió a Ginebra una «Confesión<br />

anatoliana de la fe cristiana» considerada como calvinista. Pero finalmente<br />

él fue víctima de una intriga de altos vuelos. Denunciado de<br />

forma falaz por su posterior sucesor como reo de alta traición política,<br />

el sultán mandó estrangularlo en el 1638 265 . Una condena de aquella<br />

confesión de fe tuvo lugar en el sínodo de Jerusalén de 1672, el último<br />

sínodo de la Iglesia de Anatolia hasta 1923.<br />

Tercero: ¿Puede una Iglesia examinar de forma crítica su propia<br />

tradición si no dispone de criterio alguno para ese examen? Lo dijimos<br />

antes: ya la Iglesia rusa del período de Kiev había tomado el paradigma<br />

ortodoxo de su Iglesia madre de Bizancio en un estado bastante solidificado,<br />

y también la Iglesia rusa del período moscovita tenía una orientación<br />

tradicionalista. Todo lo ruso (por ejemplo, el «dogma» de llevar<br />

barba, tomado también de Bizancio) era considerado como ortodoxo,<br />

todo lo extranjero como herético. <strong>El</strong> rasurarse la barba fue condenado<br />

también por un sínodo en tiempos de Iván IV el Terrible y castigado<br />

con la negativa de entierro cristiano.<br />

Sí, ya una leve mutación de la liturgia era considerada en el pueblo<br />

y clero como sacrilegio. En el siglo XVII el activo patriarca Nikon intentó<br />

un retroceso radical no al evangelio, sino al modelo griego, y una<br />

restauración de las antiguas «leyes griegas», para presentar a Moscú,<br />

280<br />

11. LA TERCERA ROMA: MOSCÚ<br />

según la voluntad del zar, como la Tercera Roma, la nueva capital del<br />

mundo ortodox0 266 . Por eso, cuando el patriarca, en el concilio de<br />

Moscú del 1667, mandó que se decidiera una reforma de textos litúrgicos<br />

corrompidos y el cambio de algunos usos litúrgicos, se suscitó<br />

una apasionada conmoción en el pueblo ruso. En contraposición, por<br />

ejemplo, a Ucrania, donde, al saber leer la gente y estar habituada al<br />

contacto con libros impresos, se practicaron reformas sin mayores dificultades.<br />

Aunque Nikon, que trataba de poner su autoridad por encima<br />

del zar, terminó por ser depuesto, el pueblo temió de forma casi<br />

apocalíptica por la infalibilidad de la tradición rusa antigua. Porque si<br />

hubiera errores y deformaciones en la sagrada tradición de Moscú,<br />

este último baluarte de la ortodoxia, entonces habría que creer en la<br />

venida del Anticristo, se decían.<br />

No, nadie llegó a pensar que en los orígenes de la Iglesia de Jesucristo<br />

hubo un tiempo en el que todo había sido completamente distinto.<br />

La contemplación rusa de la <strong>historia</strong> no servía a la comparación<br />

crítica de un otrora y ahora, sino a la transfiguración y eternización de<br />

la tradición. La Biblia no jugaba un papel normativo para una teología<br />

innovadora o para una praxis eclesial que había que reformar. Tampoco<br />

los reformadores disponían, pues, de un criterio normativo en último<br />

término para una reforma de la tradición. Y los «viejos creyentes»<br />

(staroverzy), enemigos de la reforma, ni ante el cisma se arredraron 267 ;<br />

no pudieron ser exterminados a pesar de las persecuciones, ejecuciones,<br />

conversiones forzadas por el Estado, y de la muerte de su adalid, el<br />

protopope Avvakum, en la hoguera. Para ellos, que pensaban en categorías<br />

histórico-salvíficas y no en categorías crítico-históricas, se trataba<br />

en las palabras y ritos rusos no sólo de algo externo, sino de la fe<br />

ortodoxa misma, a favor de la cual ellos dieron testimonio, en ocasiones<br />

incluso mediante la autocremación. Así, el clero ruso dedicado a la<br />

pastoral en esa fase fue perdiendo, en general, conocimientos, es decir,<br />

que se capacitaban menos para pastores espirituales que para funcionarios<br />

sacramentales, a pesar de que existió desde el siglo XVI un esfuerzo<br />

por mejorar la formación.<br />

Sin embargo esa evolución no era forzosa. Lo demuestra la <strong>historia</strong><br />

de los ortodoxos bajo la dominación católico-romana polaco-lituana<br />

en Ucrania y en Bielorrusia.<br />

<strong>El</strong> papel especial de Ucrania<br />

Después del traslado de los metropolitanos a Moscú, los ortodoxos que<br />

vivían fuera del imperio moscovita habían impuesto la formación de<br />

una jerarquía autónoma 268 . Desde la necesidad de tener que luchar de<br />

continuo por su igualdad de derechos frente al soberano católico y en el<br />

parlamento imperial (Sejm), los laicos ortodoxos desarrollaron aquí<br />

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