Liahona, mayo y junio de 1977 - LiahonaSud
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Dones <strong>de</strong> la mujer<br />
Hermana Kimball: por mi íntermedio<br />
reciba el cariñoso saludo<br />
<strong>de</strong> todas las hermanas <strong>de</strong> Colombia,<br />
Ecuador y Venezuela. Es un verda<strong>de</strong>ro<br />
orgullo para todas nosotras tenerla aquí<br />
y es nuestro más caro anhelo seguir su<br />
ejemplo como mujer Santo <strong>de</strong> los Últimos<br />
Días.<br />
En Mateo 5:13-16 se nos dice: "Vosotros<br />
sois la sal <strong>de</strong> la tierra; pero si la<br />
sal se <strong>de</strong>svaneciere, ¿con qué será salada?<br />
No sirve más para nada, sino para<br />
ser echada fuera y hollada por los hombres.<br />
Vosotros sois la luz <strong>de</strong>l mundo;<br />
una ciudad asentada sobre un monte no<br />
se pue<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r... Así alumbre vuestra<br />
luz <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los hombres, para que<br />
vean vuestras buenas obras, y glorifiquen<br />
a vuestro Padre que está en los<br />
cielos."<br />
Toda mujer, ya sea madre o no, <strong>de</strong>be<br />
ser la sal <strong>de</strong> la tierra y la luz <strong>de</strong>l mundo;<br />
<strong>de</strong>be ser la brisa que disipa toda tormenta;<br />
<strong>de</strong>be ser la luz <strong>de</strong> Cristo y junto<br />
a su luz sus leyes. Enseñamos a nuestros<br />
hijos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus primeros pasos a seguir<br />
la luz <strong>de</strong> Cristo. Podrá haber un fracaso<br />
físico, pero nunca espiritual, ya que<br />
Cristo dijo: "El que me sigue, no andará<br />
en tinieblas, sino que tendrá la luz <strong>de</strong><br />
la vida" (Juan 8:12). Todas sabemos<br />
que para lograr la vida eterna, tenemos<br />
que pasar por gran<strong>de</strong>s pruebas y afianzar<br />
nuestro amor en Dios nuestro Padre<br />
Eterno y en su Hijo Jesucristo.<br />
Nuestro Padre Celestial ha dotado a<br />
la mujer <strong>de</strong> una gracia especial, no corporal,<br />
no terrena ni mundana, sino <strong>de</strong><br />
una gracia espiritual y sobrenatural; le<br />
106<br />
por la hermana Carmen <strong>de</strong> Chacón<br />
Sesión para madres e hijas<br />
ha dado el don <strong>de</strong> la maternidad. No<br />
sólo el <strong>de</strong> la maternidad terrenal sino el<br />
<strong>de</strong> la maternidad celestial y es por eso<br />
que a la vez que criamos a nuestros hijos<br />
físicamente, lo <strong>de</strong>bemos hacer espiritual<br />
y emocionalmente. Toda madre<br />
ama a su hijo aun antes <strong>de</strong> nacer. Todas<br />
recordamos el nacimiento <strong>de</strong> cualquiera<br />
<strong>de</strong> nuestros hijos; la emoción que sentimos<br />
al ver ese cuerpecito sonrosado,<br />
que ha sido parte <strong>de</strong> nuestro cuerpo,<br />
sangre <strong>de</strong> nuestra sangre.<br />
Pensemos por un momento lo que<br />
sentirá nuestro Padre Celestial cuando<br />
uno <strong>de</strong> sus hijos viene a esta tierra. Uno<br />
<strong>de</strong> sus hijos a quien en su infinita misericordia,<br />
ha dado la vida, tal como se<br />
la dio a Jesucristo. El creció en sabiduría,<br />
virtud y bondad.<br />
Como madres es nuestro <strong>de</strong>ber vigilar<br />
que nuestros hijos crezcan <strong>de</strong> la misma<br />
manera que Jesús, pues han sido<br />
creados por Dios a su imagen y semejanza.<br />
Toda mujer quiere gozar <strong>de</strong> la felicidad<br />
en esta vida, pero para lograrla,<br />
tiene que <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> todo lastre<br />
terrenal y llenar su vida <strong>de</strong> una gran<strong>de</strong>za<br />
superior y digna, sometiéndose a la<br />
voluntad <strong>de</strong> Dios, ya que nadie es feliz<br />
cumpliendo sus propios <strong>de</strong>seos, sino viviendo<br />
y aceptando lo que Dios tiene<br />
reservado.<br />
Muchas veces nos sentimos <strong>de</strong>salentadas<br />
y <strong>de</strong>sanimadas por los sen<strong>de</strong>ros<br />
tan sinuosos en que tenemos que andar<br />
para criar a nuestros hijos, pero es en<br />
estos momentos cuando más necesitamos<br />
la ayuda <strong>de</strong> nuestro Padre Celes<br />
tial. Invoquemos en oración ferviente<br />
que El ilumine nuestro entendimiento y<br />
nos dé suficiente fuerza para continuar<br />
escalando esos sen<strong>de</strong>ros. En Doctrinas y<br />
Convenios 75:11, el Señor nos dice:<br />
"Orando siempre para no <strong>de</strong>smayar; y<br />
si hicieren esto, estaré con ellos, aun<br />
hasta el fin."<br />
Pero no es suficiente con que nosotras<br />
oremos, sino que <strong>de</strong>bemos enseñar<br />
a nuestros hijos a que lo hagan; a que se<br />
arrodillen ante nuestro Padre Celestial,<br />
más con el espíritu que con el cuerpo.<br />
Enseñémosles a tener fe y recor<strong>de</strong>mos<br />
que madres como nosotras han sido madres<br />
<strong>de</strong> profetas; que nuestros hijos<br />
tienen la misma naturaleza que ellos,<br />
pero que éstos han sido mol<strong>de</strong>ados por<br />
manos <strong>de</strong> madres virtuosas y dignas que<br />
han esculpido en ellos el amor a Dios y<br />
a sus semejantes. Nosotras <strong>de</strong>bemos hacer<br />
lo mismo; enseñar a nuestros hijos<br />
los mismos principios, lo cual no es imposible<br />
para nosotras.<br />
Jesucristo dijo a una mujer samaritana:<br />
"Si conocieras el don <strong>de</strong> Dios, y<br />
quién es el que te dice: Dame <strong>de</strong> beber;<br />
tú le pedirías, y él te daría agua viva"<br />
(Juan 4:10).<br />
Nosotras conocemos el don <strong>de</strong> Dios,<br />
pidamos pues agua viva para bebería<br />
diariamente en nuestros hogares; recor<strong>de</strong>mos<br />
que somos siervas <strong>de</strong> Dios y que<br />
a El <strong>de</strong>bemos nuestros talentos, nuestras<br />
virtu<strong>de</strong>s, nuestra posición en la vida; todo<br />
lo que somos, a El se lo <strong>de</strong>bemos por<br />
lo que <strong>de</strong>bemos estarle eternamente<br />
agra<strong>de</strong>cidas.<br />
Es lógico y natural que nosotras cui<strong>de</strong>mos<br />
nuestra apariencia física, lo que<br />
es importante en nuestra vida diaria,<br />
pero no por ello <strong>de</strong>scui<strong>de</strong>mos nuestra<br />
alma o la <strong>de</strong> nuestros hijos. "Y no temáis<br />
a los que matan el cuerpo, mas el<br />
alma no pue<strong>de</strong>n matar; temed más bien<br />
a aquel que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>struir el alma y el<br />
cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28).<br />
Hermanas, no <strong>de</strong>seo terminar sin <strong>de</strong>jaros<br />
mi testimonio, el cual es el más<br />
gran<strong>de</strong> tesoro que poseo, la felicidad<br />
más gran<strong>de</strong> que tengo. Yo sé que mi Padre<br />
Celestial vive; sé que Jesucristo<br />
también vive; que el Espíritu Santo nos<br />
guía y nos ilumina diariamente; que el<br />
profeta Spencer W. Kimball es un profeta<br />
<strong>de</strong> Dios y que siguiendo sus enseñanzas<br />
podremos lograr la vida<br />
eterna. Sé que po<strong>de</strong>mos ser mejores<br />
mujeres Santos <strong>de</strong> los Últimos Días y<br />
mejores madres. Es mi testimonio con<br />
todo mi amor y humildad, en el nombre<br />
<strong>de</strong> Jesucristo. Amén.