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<strong>Herencia</strong><br />
La luz de la cocina estaba encendida. Esto se<br />
apreciaba también desde el patio, porque la<br />
luz de una ampolleta de 60 watts incrustada<br />
a un soquete que pendía frágilmente de dos cables,<br />
uno negro y otro rojo, y éste al techo de la cocina,<br />
iluminaba todo el ambiente casero que compartía el<br />
fulgor con el patio por una ventana rectangular y ésta<br />
era reproducida en la muralla del patio, así como una<br />
pantalla de cine.<br />
Había movimiento en la cocina y obviamente,<br />
también se reproducía en la muralla del patio, en la<br />
pantalla que exhibía una función de dos siluetas para<br />
un niño sentado debajo de la ventana y frente a la<br />
muralla que era el telón de fondo para una obra de<br />
imagen rectangular de siluetas.<br />
La luz de manera exigua iluminaba el patio y los<br />
contornos de un auto desvencijado y corroído por el<br />
oxido de tiempos bruscos y de ritmos monótonos.<br />
El movimiento de la cocina no era bucólico, sino<br />
universal, las dos siluetas estaban en actitud agresiva,<br />
haciendo escorzos y contorciones bruscas, geométricas<br />
y puntiagudas, todas estas actitudes vehementes<br />
eran exhibidas en el recuadro o pantalla que se encontraba<br />
en el patio para el niño.<br />
Un fuerte olor a grasa de auto expedían los charcos<br />
secos del patio de tierra, olor común que diferencia<br />
a ese patio de otros al igual que el olor de un<br />
teatro que se diferencia al de un cine y viceversa. Las<br />
obras de siluetas se caracterizan por no tener sonidos,<br />
razón para que el niño se tape los oídos con sus<br />
manos y así evitar que los ruidos in<strong>vol</strong>untarios de la<br />
relación entre los personajes y estos con la escenografía<br />
no interrumpan al género de la obra, dejando<br />
todo el mensaje artístico a la acción de las siluetas.<br />
Tapiados los oídos, los objetos que se lanzaban los<br />
personajes, platos, tenedores, cuchillos, zapatos, etc.<br />
al detenerse su rumbo execrable con alguna muralla,<br />
no llevaban sonidos, sólo eran prolongaciones corporales<br />
de la violencia proyectadas por el rectángulo de<br />
luz en la muralla del patio.<br />
Los personajes de la obra de siluetas estaban bien<br />
constituidos, como estereotipos, lo que revelaba fá-<br />
104<br />
Tregua de sombras<br />
Mauricio Saavedra<br />
cilmente la figura de un hombre y una mujer. Dos siluetas<br />
dispuestas en la muralla como manos haciendo<br />
escorzos para crear figuras de animales en la pared de<br />
cualquier habitación ayudadas por cualquier fuente<br />
de luz, era lo que presenciaba el niño, pero la obra<br />
poseía otro matiz que el de una simple creación de<br />
animales de sombras, era una escenografía rústica de<br />
una muralla de concreto cincelada por la agresividad<br />
de la actuaciones de los personajes. Sin embargo,<br />
más allá de la pared como producto de arte, lo verdaderamente<br />
significativo, lo trasgresor y la tensión artística<br />
de la obra dramática se estaba aprehendiendo,<br />
como una lapa marina a una roca de mar, al corazón<br />
y memoria del niño.<br />
El mensaje se lograba, el contexto producido por<br />
aquella obra dejaría a cualquier espectador apesadumbrado,<br />
con una disposición atormentada o melancólica<br />
lo que para los personajes sería el resultado<br />
coherente para su arduo trabajo y la realización de<br />
los personajes.<br />
De taburete, el niño, utilizaba una rueda vieja de<br />
auto y en ella su semblante pueril, recibía la movilidad<br />
de las siluetas reproducidas en la muralla del<br />
patio de modo que sus manos apretadas, la tensión de<br />
sus brazos y piernas eran la expresión física, patente<br />
de todas sus emociones lo que petrificaba como un<br />
duro hueso la cara del muchacho.<br />
Lo particular de una obra de siluetas es que no<br />
hay expresión sentimental de elementos que hacen<br />
predecibles los actos de los humanos como los ojos,<br />
que antes que una persona solloce se tornan rojos y<br />
brillantes (una alarma de diamantes antes de las lágrimas)<br />
o la boca que es otro signo corporal demostrativo<br />
de la interioridad humana, y ni siquiera pueden ser<br />
partes del rostro, también se pueden ver las tensiones<br />
en la musculatura; por esto las siluetas como medio<br />
artístico es acción pura, impredecible al ojo, sólo la<br />
imaginación podría diseñar una base de proyección<br />
de la trama. El niño como espectador subido en un<br />
carrito de montaña rusa, sólo sentía el vértigo y el terror<br />
de observar aquella somática obra que terminaría<br />
quizás en qué cosa.<br />
El recuadro de luz y sombra (las sombras prota-<br />
Mauricio Saavedra