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Revista Herencia, vol 2

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<strong>Herencia</strong><br />

La luz de la cocina estaba encendida. Esto se<br />

apreciaba también desde el patio, porque la<br />

luz de una ampolleta de 60 watts incrustada<br />

a un soquete que pendía frágilmente de dos cables,<br />

uno negro y otro rojo, y éste al techo de la cocina,<br />

iluminaba todo el ambiente casero que compartía el<br />

fulgor con el patio por una ventana rectangular y ésta<br />

era reproducida en la muralla del patio, así como una<br />

pantalla de cine.<br />

Había movimiento en la cocina y obviamente,<br />

también se reproducía en la muralla del patio, en la<br />

pantalla que exhibía una función de dos siluetas para<br />

un niño sentado debajo de la ventana y frente a la<br />

muralla que era el telón de fondo para una obra de<br />

imagen rectangular de siluetas.<br />

La luz de manera exigua iluminaba el patio y los<br />

contornos de un auto desvencijado y corroído por el<br />

oxido de tiempos bruscos y de ritmos monótonos.<br />

El movimiento de la cocina no era bucólico, sino<br />

universal, las dos siluetas estaban en actitud agresiva,<br />

haciendo escorzos y contorciones bruscas, geométricas<br />

y puntiagudas, todas estas actitudes vehementes<br />

eran exhibidas en el recuadro o pantalla que se encontraba<br />

en el patio para el niño.<br />

Un fuerte olor a grasa de auto expedían los charcos<br />

secos del patio de tierra, olor común que diferencia<br />

a ese patio de otros al igual que el olor de un<br />

teatro que se diferencia al de un cine y viceversa. Las<br />

obras de siluetas se caracterizan por no tener sonidos,<br />

razón para que el niño se tape los oídos con sus<br />

manos y así evitar que los ruidos in<strong>vol</strong>untarios de la<br />

relación entre los personajes y estos con la escenografía<br />

no interrumpan al género de la obra, dejando<br />

todo el mensaje artístico a la acción de las siluetas.<br />

Tapiados los oídos, los objetos que se lanzaban los<br />

personajes, platos, tenedores, cuchillos, zapatos, etc.<br />

al detenerse su rumbo execrable con alguna muralla,<br />

no llevaban sonidos, sólo eran prolongaciones corporales<br />

de la violencia proyectadas por el rectángulo de<br />

luz en la muralla del patio.<br />

Los personajes de la obra de siluetas estaban bien<br />

constituidos, como estereotipos, lo que revelaba fá-<br />

104<br />

Tregua de sombras<br />

Mauricio Saavedra<br />

cilmente la figura de un hombre y una mujer. Dos siluetas<br />

dispuestas en la muralla como manos haciendo<br />

escorzos para crear figuras de animales en la pared de<br />

cualquier habitación ayudadas por cualquier fuente<br />

de luz, era lo que presenciaba el niño, pero la obra<br />

poseía otro matiz que el de una simple creación de<br />

animales de sombras, era una escenografía rústica de<br />

una muralla de concreto cincelada por la agresividad<br />

de la actuaciones de los personajes. Sin embargo,<br />

más allá de la pared como producto de arte, lo verdaderamente<br />

significativo, lo trasgresor y la tensión artística<br />

de la obra dramática se estaba aprehendiendo,<br />

como una lapa marina a una roca de mar, al corazón<br />

y memoria del niño.<br />

El mensaje se lograba, el contexto producido por<br />

aquella obra dejaría a cualquier espectador apesadumbrado,<br />

con una disposición atormentada o melancólica<br />

lo que para los personajes sería el resultado<br />

coherente para su arduo trabajo y la realización de<br />

los personajes.<br />

De taburete, el niño, utilizaba una rueda vieja de<br />

auto y en ella su semblante pueril, recibía la movilidad<br />

de las siluetas reproducidas en la muralla del<br />

patio de modo que sus manos apretadas, la tensión de<br />

sus brazos y piernas eran la expresión física, patente<br />

de todas sus emociones lo que petrificaba como un<br />

duro hueso la cara del muchacho.<br />

Lo particular de una obra de siluetas es que no<br />

hay expresión sentimental de elementos que hacen<br />

predecibles los actos de los humanos como los ojos,<br />

que antes que una persona solloce se tornan rojos y<br />

brillantes (una alarma de diamantes antes de las lágrimas)<br />

o la boca que es otro signo corporal demostrativo<br />

de la interioridad humana, y ni siquiera pueden ser<br />

partes del rostro, también se pueden ver las tensiones<br />

en la musculatura; por esto las siluetas como medio<br />

artístico es acción pura, impredecible al ojo, sólo la<br />

imaginación podría diseñar una base de proyección<br />

de la trama. El niño como espectador subido en un<br />

carrito de montaña rusa, sólo sentía el vértigo y el terror<br />

de observar aquella somática obra que terminaría<br />

quizás en qué cosa.<br />

El recuadro de luz y sombra (las sombras prota-<br />

Mauricio Saavedra

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